“No se puede asaltar un cervantismo de tres siglos con triple botín: Cervantes, el Quijote y La Mancha”
(Contesto al artículo de César Brandáriz en ‘Diario ABC’ del pasado 1-3-2015, donde no fue admitida esta réplica)
Las imprecisiones en el arrastre del tiempo y en las señas del entorno
novelado en una época que carecía de DNI, de fotos y prontuarios, no
justifica reescribir la historia y la geografía para, ahora anteponer a
tiempos pretéritos un entorno flamante y sin fallas. A la invención
constructiva le sigue ahora la reinvención destructiva. Lo cual me
parece grave, porque se trata de tumbar, primero, el patrimonio
acendrado que hemos elaborado. Es el espíritu cainita del español, el
cual se adivina en esta frase: “no existe, por más que sorprenda, ningún
solo documento no manipulado que pruebe el supuesto nacimiento (de
Cervantes) en la gran ciudad del Henares”. No es que la afirmación
“sorprenda”, es que conmociona, torpedea y pretende volcar todo un
acervo intelectual que recibe el nombre de ‘cervantismo’, en cuyo seno,
por una u otra de las razones allí esgrimidas, deben sentirse
agraviados los eruditos de la ‘manipulación’ Martín Sarmiento, Gregorio
Mayáns, Vicente de los Ríos, Francisco Navarrete, Juan Antonio Pellicer,
Ramón León Máinez, Cristóbal Pérez Pastor, Francisco Rodríguez Marín,
Francisco Navarro y Ledesma, Narciso Alonso Cortés, Luis Astrana Marín,
Martín de Riquer, Canavaggio, Rey Hazas… Es decir, que si nos creemos lo
que allí se dice hemos de asistir a la voladura de tres siglos de
fecundo cervantismo acumulado.
La primicia de Alcalá de Henares
Todo ha sido mentira. Hemos asistido en este país a una sarta de
personajes enajenados, de prestigio hilarante y supuesto. Es mentira la
partida de Bautismo de Cervantes en Alcalá de Henares, junto a la de sus
hermanos en el mismo Libro. Es mentira el pedimento encontrado y
comentado por el exquisito Pérez Pastor, donde de su pluma y letra dice
ser Cervantes “natural de Alcalá de Henares”. Es falsa toda la
abundante documentación de los Padres Redentores de la Orden Trinitaria
que le liberan de Argel. Es falsa la primicia del feliz hallazgo de
Martín Sarmiento en el libro de Haedo (1612), escrito en Argel por
Antonio de Sosa y otros cautivos que aquilatan el origen de Cervantes.
Es falso también que el Cervantes de Lepanto, de Argel y del Quijote sea
el mismo. Y es falso que el Cervantes alcalaíno sea Saavedra, pues es
un Cervantes Cortinas que nace en 1547, que es ‘otro’, porque el
Cervantes ‘fetén’ nace en 1549, por capricho de los que quieren que sea
“otro”.
Ante este paisaje de desolación, ante este monumento a la falsedad que
quieren convertir a Alcalá de Henares, sólo, si me lo permiten, voy a
recuperar aquí dos momentos. De nada sirve polemizar con quien es autor
de semejante ‘cervanticidio’. Nada que decir. Nada que objetar, por otra
parte, ante quien deslumbra con tan brillantes y abundantes documentos
en su favor, y donde no puede haber manipulación porque no hay soporte
1) La Galatea, primera novela
Sólo con un fondo de mala intención, ausente de rigor intelectual,
puede citarse la parte que interesa, dejando en silencio lo que no
interesa e interpretar después por libre. Cuando se cita a Damón sin
mencionar a Tirsi no es decente. Tirsi y Damón son pareja inseparable
entre los personajes de La Galatea, primera novela de Cervantes,
donde en su alegoría pastoril retrata a sus amigos poetas y maestros
Francisco de Figueroa y Pedro Laínez, “quien en las montañas de León tiene su origen”;
mientras que el primero es alcalaíno, “complutense”, como también lo es
la pastora Teolinda que narra por boca del autor el paseo de los
pastores poetas por las riberas de “nuestro” Henares, en cuya “aldea”
–Alcalá– convivieron algún tiempo los tres amigos poetas: Figueroa,
Lainez –con sus pastoras– y Cervantes, todo ello allí expresado en
lenguaje idílico pastoril.
Es cochura del autor del artículo que Damón es
un ‘alter ego’ del Quijote cuando en la novela
intercalada del Cautivo, donde busca sus
pretensiones sólo se dice que En un lugar de las
montañas de León tuvo principio mi linaje.
Señala con imprecisión el linaje, el topónimo (?)
que da origen al apellido, todo lo demás es
invención.
un ‘alter ego’ del Quijote cuando en la novela
intercalada del Cautivo, donde busca sus
pretensiones sólo se dice que En un lugar de las
montañas de León tuvo principio mi linaje.
Señala con imprecisión el linaje, el topónimo (?)
que da origen al apellido, todo lo demás es
invención.
mostrar la portada de la edición ‘princeps’. Esa es
una prueba objetiva del Cervantes de Alcalá. Hay
ahí cuatro nombres de varón: el autor, el librero
Blas de Robles, –padre de Francisco, el que
publicará sus mejores prosas– y el impresor Juan
Gracián, tres alcalaínos más un cuarto de aquel
punto y hora: Acisclo Colona, un noble italiano y
benefactor que le pagó la imprenta de su obra
pastoril, al cual Cervantes conoció en la
Universidad de ‘su pueblo’, a través de su amigo
alcarreño Gálvez Montalvo, secretario de Acisclo
en aquel 1585, en que las crónicas relatan que
acudió Felipe II, de paso a tierras de Soria, para oír
la disertación del que erahijo de Antonio Colona,
“aquel sol de la milicia” general de galeras en
Lepanto. Pero es que el de la fe de erratas, Várez de
Castro, también está en la Universidad, como los
amigos poetas que abren su obra con sonetos. Y
¿quién traslada el escudo de Colona a la imprenta
de la calle de Guadalaxara?
Todo lo cual demuestra que también Cervantes fue
vezino de Alcalá, y por encima de los “garabatos”
de la partida bautismal –a la que los paleógrafos
tratan con más respeto–, en Alcalá hay que saber
ver también el clima y la trama cervantina.
2) El prólogo de las Novelas Ejemplares
Se insiste en que Cervantes nació en 1549 porque así lo dice en el citado Prólogo. Y
verdad sería si lo hubiera escrito en 1613, en que va fechado, pero
después del 29.9.1613. Contra esta obsesión fija diré que en efecto allí
dice tener 64 años y un pico que es “la mano” –que a los cincuenta y cinco de los años gano por nueve y por la mano–. Cervantes
está aludiendo al juego del mazo. La edad del mazo son los 55, y hubo
de escribir el Prólogo a principios de 1612, antes de las Aprobaciones de
mediados de ese año, en el que tenía los 64 años cumplidos en 29 de
septiembre de 1611 más el pico que dice tener. No hay más misterio. El
‘pico’ hubo de ser de entidad como para mencionarlo. El problema es que
no puede hacerse con el retrato que le hizo Juan de Jáuregui porque la
casa del pintor en Madrid está cerrada a cal y canto sin que regrese de
Sevilla el pintor por causas familiares graves. Al no llegar el retrato,
se ve obligado al año siguiente a corregir el prólogo, que antes
comenzaba así: Este que veis aquí, de rostro aguileño… y que ahora va a comenzar así:
Quisiera yo, si fuera posible, lector amantísimo, excusarme de escribir este prólogo…
Es esa la interpolación primera, viene después el retrato que ahora
entrecomilla, seguido de otra interpolación que enlaza con el resto del
primitivo texto. Pueden diferenciarse en fondo y forma ambos textos,
viejo y nuevo. En el primero abunda la primera persona y la minuciosidad
personal; en el segundo abunda la tercera persona y la excusa derivada.
La referencia a la edad pertenece a la minuciosidad personal del texto
primero. La fecha en 14.7.1613 del prólogo y de la dedicatoria al conde
de Lemos, que estaba en Nápoles, fue la fecha de un retraso de impresión
por causa del retrato esperado, entre otros. También se le retrasó
Murcia de la Llana, el inepto corrector de erratas que conoció en el
Colegio de la Madre de Dios en Alcalá, cuando dice que corrigió el Quijote I.
Esa fecha tardía de 1613 se sobreponía a una edad expresada
crípticamente un año antes, verdadera en su momento. Veintisiete días
después alcanzaba el privilegio real definitivo. Todo es muy sencillo,
ese es el Cervantes alcalaíno que nace en 1547 y que firma su Prólogo enmendado un año después de decir su edad.
Patrimonio inaudito
En mi libro La disputada cuna de Cervantes enumero al menos diez lugares pretendientes de la cuna de Cervantes, juntamente con sus razones, y son: Madrid, Lucena, Sevilla, Córdoba, Consuegra, Esquivias, Toledo, Alcázar de San Juan, Arganda del Rey y Cervantes (Zamora). Se trataba de llevarse la cuna del “escritor alegre”. Pero esto es lo nunca visto, las montañas de León
tienen pretensiones inauditas sobre un patrimonio inaudito. No se puede
asaltar un cervantismo de tres siglos con triple botín: Cervantes, el
Quijote Y La Mancha, todo de una tacada. Eso es indigesto, como mínimo.
Tratar de robar La Mancha por supuestas trasposiciones ‘leonesas’ de su
fauna y flora es convertir en narrador prosaico al creador libérrimo.
JOSÉ CÉSAR ÁLVAREZ
es miembro de la “Institución de Estudios Complutenses”,
premio ‘Ciudad de Alcalá de Henares’ en Narrativa,
y autor de La disputada cuna de Cervantes
Semanario Puerta de Madrid,
21.3.2015
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