El apellido Saavedra (II)
Nos referimos, claro está, a Miguel de Cervantes
Saavedra. El saavedrismo es un movimiento cervantista crítico que desprecia
todo documento nominal del Cervantes al que le falte el "Saavedra". Si así ocurre,
dicen, ese es ‘otro’. Pero los movimientos extremistas tienen corto recorrido. El
saavedrismo es también un carajal en el que se han perdido tanto los cervantistas
oficiales como los levantiscos. A veces se confunde el linaje con el parentesco,
el topónimo con la patria. Y, de esta manera, ha habido cervantistas que inútilmente
se han perdido en las profundidades genealógicas como se pierden los espeleólogos.
Para mí que se han soltado carretadas de tontorronadas sobre el apellido ‘Saavedra’
del escritor “regocijo de las musas”.
Por cierto, a lo que parece, el linaje de
Cervantes y de Saavedra nacen juntos como juntos van. Según los genealogistas,
en el municipio de Cervantes (Lugo), en la torre de Ferreira tuvieron su jurisdicción
los Cervantes, y allí mismo, en la feligresía de Vilarello de
Se ha cargado de misterio el ‘Saavedra’
de Miguel. Pero lo que yo veo es que Cervantes Saavedra es un apellido compuesto,
que carece del nexo de nuestros días, el guión (-) o la "y". Así de sencillo, no hay más. Es el apellido compuesto que hereda de sus padres, a quienes se lo simplifica
la costumbre de los escribanos de la época, siendo conocidos por la primera forma
de “Cervantes”. Sin embargo, el escritor, por serlo, se opone a la simplificación
tan abundante en la documentación de padre y abuelo. El autor literario manda ahora
y exige que conste su apellido completo de “Cervantes Saavedra”. Como los antecedentes
de “Saavedra” fueron laminados por una clase escribana que buscaba la austeridad
expresiva y el sincretismo de vocablos y de letras. Es entonces cuando la aparición
abrupta del “Saavedra”, formulada por Miguel con toda naturalidad, provoca en
el cervantismo las más inverosímiles teorías sobre los baúles y cavernas de
donde el escritor fuera a adquirir la “nueva” prenda, tempranamente usada por él en los versos a Isabel de Valois..
A su padre, Rodrigo de Cervantes, que así figura,
le fue cercenado su “Saavedra” por creerlo segundo apellido innecesario todavía
para los actos administrativos, salvo en un documento que él no encabeza y donde
es citado por su hija Magdalena. Un documento que resulta suficiente para
nosotros, donde figura el apellido “Saavedra”, que es la segunda forma del primer
apellido. Pero es que su firma, después de la rúbrica, es rematada por un segundo
nivel donde escribe una clara “S” mayúscula con línea terminal proyectada en
clara alusión a su “Saavedra”, que no olvida.
Firma de Rodrigo de Cervantes, padre del autor del «Quijote».
Igualmente, el hermano de Rodrigo, Andrés de
Cervantes, el que fuera alcalde de Cabra y tío de Miguel, remata también la
firma posponiendo detrás del Cervantes la “S” inicial de Saavedra, del que tampoco
reniega. Es en los documentos registrales donde roman las nominaciones largas,
en contra de sus portadores, que, como se ve, llevan el ‘Saavedra” en el filo
de su pluma.
Firma de Andrés de Cervantes,
tío de Miguel
En el referido contrato que nos ofrece
Pérez Pastor (Documentos Cervantinos),
donde comparecen ante el escribano Martín de Urraca la hija natural de Miguel, Isabel
de Saavedra, la que, fallecidos sus padres legales, pasa al servicio de Magdalena,
hermana de Miguel, y ésta afirma allí ser hija “del licenciado Rodrigo de Cervantes
Saavedra” y Astrana la moteja de “fantasiosa”, siendo el más benigno de los críticos
de esta circunstancia. Pletóricos de generosidad la perdonan su doble “fantasía”:
la de llamar “licenciado” a su padre, y la de llamarle “Saavedra”.
Con respecto a la primera de las “fantasías”, a pesar de que en la partida
de bautismo de Rodrigo hijo y hermano de Miguel, figuran como testigos nombres
de catedráticos de
La propia Isabel de Saavedra, quien, al
lado de Magdalena durante muchos años, va a conocer los entresijos familiares, cuando
redacta su testamento, lo encabeza como Isabel de Cervantes Saavedra. Y lo hace
así porque necesita dejar claros sus antecedentes, alcanzados en su madurez. No
se hace figurar como Isabel “de Cervantes Villafranca” o “de Saavedra Villafranca”,
como así le gustaría al cervantismo en uso, pero no, excelencias, no, ella que
lo necesita, ha aprendido bien su primer apellido completo. Retiren, por favor,
señores cervantistas, su metralla también contra la hija: que si se infla, que si sus fatuas pretensiones, etc.
Ha
quedado constancia, no obstante, de la existencia del apellido compuesto ‘Cervantes
Saavedra’ que abunda en aquella época. De entre los Cervantes de Granada que
van a Córdoba está un tal Gonzalo Cervantes Saavedra, de quien no hay constancia
de que fuera pariente del ‘manco de Lepanto’, ni tampoco lo aclara cuando le
cita en el ‘Canto de Calíope’ de La primera
parte de
La tía natural de Miguel, que profesó en el convento cordobés de Jesús Crucificado, de donde fue priora, cuidó bien de hacer completa referencia a sus ascendientes figurando como Catalina de Cervantes Saavedra, según refiere Astrana.
González Aureoles, citado también por el mismo,
nos da noticias de otras monjas sevillanas,
posibles parientas de Cervantes,
en el convento de Santa Paula, del cual fue abadesa en 1590 doña Juana de Cervantes
Saavedra, hija de Diego de Cervantes y de doña Catalina Virués de Cervantes,
padres asimismo de una doña Beatriz de Saavedra.
Esta
Beatriz de Saavedra, así como la también monja y hermana de Cervantes, Luisa de
Saavedra –también documentada de esta manera–, como la mencionada hija reconocida del
“escritor alegre”, Isabel de Saavedra, ponen de manifiesto con su mismo
apellido un ejercicio legítimo: la elección de una parte de su primer apellido,
que sólo en caso de matrimonio podría suplantarse.
No, no renunció el “manco sano” al segundo
apellido legítimo de la madre —Cortinas—, por otro elegido por él entre sus ancestros, como se ha dicho. No dejó de llamarse Miguel de Cervantes Cortinas, que es una traslación de la
actual costumbre y es nombre que solo existe en mentes interesadas, para que el
alcalaíno no sea Saavedra. Ni menos fue que el precioso apellido gallego fuera
en Cervantes un mote árabe que significaba “tullido” o “manco”, la última y más
peregrina ocurrencia de un académico. Se llega a decir y a admitir que Cervantes
adoptó y firmó con un apodo árabe. ¡Qué académica barbaridad! No, no era nada de
lo dicho. Era Cervantes Saavedra simplemente su completo primer apellido, sin aparecer
nunca el segundo, cuya completa figuración de su primer apellido impuso con naturalidad
a la imprenta el escritor gozoso, en contra
de los cicateros escribanos de su época
que a él y a su familia le habían recortado tantas veces el largo vuelo
de su nombre con la misma naturalidad. He aquí una firma completa del alcalaíno:
Firma de Cervantes en la escritura dotal a su esposa (1584)
No hay dos Cervantes como quieren los levantiscos
interesados: el que es Saavedra y el que no lo es. Este que aquí firma es el que
casa con Catalina de Salazar, y es hijo del alcalaíno Rodrigo de Cervantes y de
la argandeña doña Leonor de Cortinas. Unas veces figurará con la primera forma
y otras con la doble forma apelativa que aquí aparece. Pero siempre será el
mismo.
JOSÉ CÉSAR ÁLVAREZ
(Versión revisada y ampliada)