Populista y democrático
Alguien me
preguntó si sabía distinguir entre ‘populista’ y ‘democrático’, dos palabrejas
que se superponen actualmente a cada dos por tres en la papilla diaria de los
medios de comunicación. Así, a bote pronto, no supe definirlos, aunque le dije
que ambos términos se enfrentaban, pero que se relacionaban etimológicamente
con el ‘demos’ griego de ‘pueblo’ y la versión latina ‘populus’. Y ahí lo tenía,
ahí mismo estaba la réplica solicitada, porque tirando de la carcasa de la etimología
se llegaba a la sustancia. Ahí mismo estaba la perspectiva del concepto griego
de ‘pueblo’, el de hace veinticinco siglos, con toda su carga doctrinal acumulada
que desde entonces media para dirigir a una sociedad (la historia del
pensamiento, la constitución, la producción incesante del poder legislativo,
los compromisos internacionales…)
Y, por el otro
lado, como antítesis, estaba el término ‘populista’ que no es llanamente ‘popular’,
sino la manipulación burda de lo popular. Estamos ahora en la perspectiva
directa y simplista del populista que ataja, reduce y se descompromete de todo
un acervo cultural, social y político, halagando directamente el oído del
pueblo. Es la voladura de todo el depósito cultural que representaba el término
griego. Por eso decían del Trump que en su discurso de investidura no había
citado a ninguno de los padres de la nación ni a ningún pensador político para
saber donde se anclaba su credo ideológico. Y es que en los populistas de izquierda
o de derecha no hay anclaje cultural, sino solo oportunismo demagógico.
SAN DIEGO DE ALCALÁ
Mi sobrino Andrés
Ramos es un culo de mal asiento que no para por el mundo, y al entrar en una
iglesia en San Diego de California hizo una foto al horario de misas, y a otra
cartela artística, las cuales me ha enviado por ‘wassap’ para que compruebe que
el nombre de Alcalá sigue allí vivo dando nombre a la misión franciscana y a la
basílica donde entró. Esa misión dio nombre a la ciudad, aunque por desgracia se
simplifica desapareciendo el ‘de Alcalá’ en la denominación abreviada de la
gran ciudad californiana. Sin embargo, podemos comprobar que la iglesia es más
rigurosa al usar la denominación completa. Alcalá, patrimonio de la Humanidad.
“AL RESPETO”
El turismo es una
actividad incesante que se ve bulliciosamente incrementada en nuestras calles. Los
sábados, principalmente, puede verse a varios grupos que están recibiendo a la
vez la explicación de la fachada de San Ildefonso de la Universidad cisneriana,
ahora cubierta con el velo de su trampantojo. Uno sin querer, pone la oreja y
escucha a la guía: “Y la planta de en medio es la zona noble. La ventana
central, la más ilustrada, el corazón de la fachada, no puede acoger sino a la
función más importante de la
Universidad del Renacimiento, que es el palacio de la
sabiduría. ¿Qué actividad será esta? —preguntaba a su grupo dejando una pausa
en el aire—. Al fin se contestaba ella misma: “La biblioteca, la ventana
central albergaba la biblioteca, la cual hoy día, ‘al respeto’, ha sido
instalada a su derecha en ese otro edificio que fue cuartel. La derecha sigue
siendo un lugar de prevalencia”.
Pero yo no voy de
corazones o derechas, ni de bibliotecas viejas o nuevas, yo voy de lenguaje
confuso, de palabras minimamente capadas y distorsionadas. ‘Respeto’ es una
cosa y ‘respeCto es otra, la que se quiere decir y no llega a decirse, porque el
hablante no quiere emplearse, ponerle ganas. Y así, pues, tenemos cantidad de
locutores de radio y televisión, de profesores, de guías turísticos la mar de
respetuosos ellos, que ‘al respeto’ de esto dicen aquello otro. Es la apatía en
la pronunciación de la consonante silábica postnuclear, que así de cursi la
denominábamos, al respecto, en aquella lejána Fonética universitaria.
José César Álvarez
www.josecesaralvarez.org
Puerta de Madrid, 28.01.2017
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