lunes, 25 de septiembre de 2017



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Iluminada

     

     Estaba yo en las playas de Cantabria haciendo pozos para mis nietos, cuando un amigo me leyó por teléfono una carta publicada en este Semanario, que me dirigía Iluminada. Fue entonces cuando hube de sacudirme la arena de la playa y retomar los trebejos de la escritura. Con Iluminada había yo adquirido el compromiso de mandarle mi letra del himno nacional. La recuerdo bien. Estaba a mi lado en el acto del 11-M del Paseo de la Estación. Sonaba un violín, puede que dos haciendo melodía densa. Era el Himno Nacional de España, interpretado al final del acto. Me recordaban los últimos violines de la orquesta del Titanic. El barco se hundía y el mar se iba tragando músico a músico, quedaban tres, dos violines, uno, que mantenían la estabilidad sobre la cubierta y alargaban la melodía. Así me pareció el himno nacional del último 11-M del Paseo de la Estación, un himno agónico de una España agónica, dentro de un 11-M que lleva la pendiente trágica de su plataforma y cuyas notas emocionadas recogíamos para salvarlas de su hundimiento. Era la melodía emocionante del Himno Nacional, la sola melodía, sin terceras ni quintas, sin punteos de acordes ni de arpegios, la cara limpia sin afeites ni teñidos.



     Allí estaba ella, Iluminada. Al terminar la melodía densa del himno nacional, una mujer a mi lado me recobraba la realidad con un VIVA A ESPAÑA claro y preciso, natural, sin un adarme de militarismo, sin el descerrajamiento agudo de las últimas sílabas en ‘a’, con el que alguien hacía chunga imitando decía a Millán Astray.  Si imitación  o no, ese ‘viva a España’ de arenga chusca yo se la he oído interpretar en la SER a Eduardo  Haro Tecglen, a quien, no sé si por esa habilidad, le concedió el ayuntamiento de Alcalá en 2002 el “Premio Ciudad de Alcalá de Henares de las Artes y las Letras”.



     Era la voz limpia y natural de Iluminada, a la que le contestó con ganas un ‘viva’ unísono de toda la concurrencia que allí se congregaba en torno al monumento a las víctimas de los trenes en el aniversario de aquel día tan aciago y tan ignoto. La mujer de la voz clara, Iluminada,  tiene luz propia, y, pese al nombre, alumbró a tres vástagos de la Guardia Civil. Y yo felicité a la mujer de la voz clara, la que ahora me felicita a mí por un premio literario que tendrá que esperar para leer, a la vez que me recuerda, entre otras cosas. mi compromiso adquirido.



     Precisamente, hace un par de fechas, escuchaba yo en alguna TV del mediodía las razones de un joven autor, que proponía en su libro el rescate del sentimiento patriótico por parte de la izquierda española, dentro de la que él se incluía. La bandera y el himno, decía, no son otros, son los que son. Su familia decía ser francesa, somos medio franceses, y allí el himno nacional es aceptado igualmente por los unos y los otros. Reconocía que la letra antigua de ‘La Marsellesa’ es aberrante para hoy, salta la sangre por todas partes. Es el levantamiento del pueblo contra la Tiranía, es el grito destemplado del pueblo, mientras que en el Himno Nacional, decía, ocurría lo contrario: la derecha se había apropiado en exclusiva del Himno. Y las razones que apuntaba para el retorno de la izquierda al sentimiento patriótico perdido es el aataque a la derecha, la casta menos patriótica que vendió a Gibraltar y soportó a los Borbones.



     Decía que en su familia, cuando jugaban al fútbol España y Francia, escuchaban con naturalidad el himno francés, pero que al llegar el himno español no le reconocían, y se levantaban de frente al televisor, se paseaban por la cocina buscando cualquier nimiedad, dando tregua a su aplazado patriotismo, el que ahora un ‘franco-español’ propone recuperar con el ejemplo francés y con las razones históricas contra el antipatriotismo de la derecha. Yo creo que tienen un buen cacao en la cabeza y que les queda todavía muchas vueltas que dar por la cocina.



     Ahí va, Iluminada, mi letra del Himno Nacional, enviada con franqueza y afecto, desprovista de empanadas mentales. Es una letra abreviada, es decir, una versión apropiada para competiciones deportivas y otros eventos. Es una estrofa con ‘bis’ de sus dos partes, tal como normalmente se interpreta musicalmente. Dice así:



Canto a España, que es piel de toro y tierra brava del honor, un sol que yoheredé.



¡Madre España! se ven por tu bandera ríos de pasión, de oro el corazón:



Diste tu lengua y tu sangre y tu fe al mundo que a tu andar se duplicó a tus pies.



Juntos tus hijos con paso tenaz, tras cumbre y sed vencer, el cielo han de tocar.



José César Álvarez

Puerta de Madrid, 22 de julio de 2015

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