de PUERTA DE MADRID
Son dos mil
quinientos números los que aquí cumple el PUERTA, y un número tan redondo es
mojón que se celebra. Dos mil quinientas las puertas que se encontraron
abiertas como lo es la de Madrid por donde a Alcalá se entra. Dos mil
quinientas semanas, una a una, letra a letra, foto a foto, dato a dato, donde
Alcalá se proyecta, donde se mira y remira revestida de sus prendas en su luna
clara y plana ni cóncava ni convexa. Dos mil quinientas portadas, dos mil
quinientas entregas, y a plata suenan sus números aunque es de oro su estela.
Nació PUERTA DE
MADRID como nacen los setenta, y nacieron inseguros de aventura y de carrera hasta
forjarse espléndidos como se forjara el PUERTA sin mirarse en el ombligo, que
de frente solo viera. Y en esa frontal mirada, sin saberlo, hoy detenta el ser
la prensa local y provincial madrileña de más tendida zancada, de más larga persistencia,
la decana de la crónica de las crónicas de cerca, el récord de vida útil de cíclica
permanencia en los quioscos que venden,
en los quioscos que merman cuando merman los papeles por las redes que te
asedian. Y el PUERTA ahí se mantiene contra viento y marea en el foco de
interés de la ansiada convivencia, la que han de proteger los políticos que
llegan, escondiéndose las manos por guardar la independencia.
Es el PUERTA DE
MADRID una revista señera de colores satinados que al mismo tiempo alterna con
papel como pan blanco de miga que mira suelta, cada bocado un sabor, cada
cantero una especia. Es el PUERTA DE MADRID un “¡Hola!” de fiesta, un lujo en
la casa pobre de la crisis que bosteza, una lanza bien clavada donde el papel
se clarea, donde la policromía a Alcalá la representa en alarde vigoroso de su
semanal presencia.
Es el PUERTA DE
MADRID el testigo que conserva la corriente de este río con espumas que se
encrespan, con angosturas que braman y meandros que sestean. La paciencia de su
orilla le fue dando larga pesca: diez alcaldes, cuatro obispos y rectores de muceta,
generales de galones y los jueces de puñetas. Y mil partidos políticos de las
más lindas propuestas que integraron los ediles que coparon sus imprentas. Y
fueron cuarenta y uno los visitantes poetas que el ‘Premio Miguel Cervantes’ en
el Paraninfo aceptan. La retina de su cámara captó tipos pieza a pieza desde su
orilla del río al que sirven y se entregan.
Las visitas de
los reyes triplicaron su cadencia, como se triplicaba el censo y el consumo de
cerveza. Se triplican los colegios, las rotondas, las aceras, y se triplica de
altura la torre de La Garena,
mas triplican a la baja los quioscos de la prensa.
Nos morimos día a
día en las líneas de la brega, en los renglones del alma que se escriben tecla
a tecla. Nos morimos día a día en un desierto de ideas y se mueren los lectores
de su boca tan sedienta. Todos morimos un poco, pero no se muere el PUERTA, que
de roca es su semblante y su salud es de piedra.
José César Álvarez
www.josecesaralvarez.org