lunes, 25 de septiembre de 2017



Diseño vanguardista de un ático

Bajos y áticos

    

     Se ha propagado recientemente la elección de vivienda que el cardenal Bergoglio, hoy papa Francisco, tenía preparada para su jubilación. Era un piso bajo, sencillo y humilde, del que se ha subrayado su condición de piso bajo, elegido así como símbolo franciscano, que muestra su austeridad doméstica frente a sus hermanos. No quería Jorge Mario Bergoglio estar por encima de nadie y menos en la recta final de su decrépita vida.   



     Dicha valoración de la altitud del espacio sólo puede darse dentro de la vivencia de un intenso mundo simbólico y espiritual. El piso bajo está a ras de tierra, es llano, carece de elevaciones fatuas. Es también el más cómodo, el más accesible. Pero es el que tiene menos luz, el que menos alza, el que menos otea, el que menos mira y es más mirado, el más expuesto. El piso bajo está en las antípodas de las altas predilecciones de los lujosos áticos, tal que el de José Bono con vistas al Retiro, o los dos áticos de la lujosa urbanización de Estepona a nombre de la familia de Bono, o el ático de la hija de Bono en Aravaca, o el sospechoso ático de Ignacio González en Marbella. O los áticos más exóticos de la gente guapa. O los áticos de las terrazas emblemáticas de cualquier ciudad.



     El ático nunca es superado. Es ápice. Vigila sin ser vigilado, husmea sin ser husmeado.

Los bajos no se regalan, los áticos sí. Con el regalo de un ático quedas de buten, resultas para lo que haya de venir. Los áticos son cumbrera y dominio, los bajos son servicio y sometimiento. Los pisos bajos escuchan los pasos de la gente de la calle, los áticos no oyen la calle, son globos aislantes desde donde dominan el kilovático emporio de la ciudad. Las ventanas de los bajos te miran, las de los áticos sólo saben que mirar hacia afuera. En los bajos te cubres, desde los áticos descubres. Bajos y áticos: dos actitudes, dos culturas, dos maneras de ser.



     Trasbordo



     Me pregunta María que cómo se dice si ‘transbordo’ o ‘trasbordo’. Yo le digo que lo segundo. Pasan los días, me reencuentro con María y me dice: “Me han dicho mis nietos, que han consultado el DRAE y que se puede decir de las dos maneras”. Decía Camilo José Cela que cuando había dudas en el idioma, mandaba el oído. Y a mí ‘transbordo’ me chirría.  En principio, ‘tras’ es la traducción de la preposición latina ‘trans’, por lo que podría resultar equivalente una u otra forma como el DRAE indica en muchos casos.



     Así,”trans flumen” en Tito Livio significa “al otro lado del río”. Pero con el tiempo, una y otra forma —trans y tras— , como prefijos castellanos han ido adquiriendo significaciones distintas, pese a su mismo origen. ‘Trans’ ha venido a significar ‘a través de’ como en ‘transporte’, ‘translúcido’, ‘transparente’, ‘transcurrir’, y no tienen equivalentes con ‘tras’. Existe, por el contrario otra familia de palabras con ‘tras’, con el significado clásico de ‘al otro lado’, sin equivalentes con ‘trans’ como son ‘traslado’, ‘traspaso’, ‘trasmano’, ‘trascoro’… Y es a este segundo grupo al que pertenece la palabra en cuestión de María. ‘Trasbordo’ se comporta unívocamente como lo hace ‘traslado’. Me lo dice el oído. “Tras” y ‘trans’ dejaron de ser equivalentes hace tiempo y la Real Academia no se ha enterado. El DRAE tiene que actualizarse para nuestros nietos.


      
Trabajos de amor perdidos



     Es este el título de la comedia extravagante de los comienzos de William Shakespeare que ha sido puesta en escena este pasado fin de semana en el Teatro Salón Cervantes dentro del programa ‘Clásicos en Alcalá’, ofrecido por ‘Fundación Siglo de Oro’ en asociación con SHAKESPEARE GLOBE THEATRE. El elenco de actores fue extraordinario: riqueza de voces, ágiles, entonadas, de movimientos vivos, de vestuario rico, variado. Y bien la música, los efectos, las transiciones. Sólo que faltaba Shakespeare. ¿Dónde estaba? Los firmes apoyos escénicos estaban allí sobre el escenario, pero al autor no se le entendía, no llegaba. Los valores literarios de otra época se adivinaban sin que surtieran efectos. La gente se reía desde la cascarilla bien armada de los actores. Yo sé que hablar en contra de un autor divino es atrevimiento mendaz en el mundo clásico. Pero lo tengo que decir: Shakespeare resultó espeso, inaccesible, aburrido. Creo que el mejor resumen va en el propio título: Trabajos de teatro perdidos. Lo cual no hace afición, sino que la resta. La arqueología literaria no interesa a todos.




Ricardo III’, en versión de Eduardo Vasco, inauguró ‘Clásicos en Alcalá’ y abrió  el más largo fin de semana ‘shakesperiano’ sobre la ciudad cervantina. ‘Ricardo III’ ocupó el Teatro Salón Cervantes el jueves y el viernes, días 9 y 10, sucediéndose en dicho marco ‘Trabajos de amor perdidos’, la comedia del célebre autor inglés que estuvo el sábado y domingo sucesivos, en tanto ‘Arlet’ ocupó el viernes y el sábado, días 9 y 10, el escenario del Corral de Comedias, obra que volverá a reponerse en el TSC el 30 de junio y el 1 de julio en un arrebato shakesperiano sin precedentes. Por el contrario, nuestro Cervantes, el auténtico, el fidedigno, sólo aparece en ‘El retablo de las maravillas’ en un jueves 16 en sesión única. Eso sí, la boca se nos llena de Cervantes en su año cervantino 

José César Álvarez

Puerta de Madrid, 18.6.2016



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