lunes, 25 de septiembre de 2017



EL ÚLTIMO VIAJE


     Me fui a Sevilla a ver la exposición del “Último viaje de la fragata Mercedes” en el incomparable marco del Archivo General de Indias. Al entrar en la sala de video, mi antiguo compañero José Ángel de Juanes relataba el triste suceso histórico con su voz de documental de la 2, leyendo el relato de Iriarte, superviviente de la refriega, que entonces tenía diez años. El suceso ocurrió el 5 de octubre de 1804

     Al amanecer del 5 de octubre, las fragatas de Bustamante, el general que dirigía la expedición, divisaron la costa de Portugal (frente al cabo de Santa María). A las 7:00 avistaron cuatro embarcaciones inglesas que venían al encuentro de las fragatas españolas. Bustamante ordenó zafarrancho a las 8:00 y dispuso formar línea de combate. Las fragatas inglesas se situaron una a una, a barlovento de las españolas y a tiro de pistola.

La flotilla de Bustamante es interceptada por cuatro fragatas inglesas mandadas por Moore, y la Amphion alcanza la santabárbara de la Mercedes. Una vez emparejadas, los ingleses mandaron un bote a parlamentar con la Medea, que llevaba la insignia. Viendo que su bote se demoraba, Moore mandó llamar a su bote con un cañonazo y a continuación rompieron el fuego las demás fragatas inglesas. Estando tan cerca los navíos, los artilleros tenían dificultad para manejar los cañones. Al poco tiempo vieron saltar la Mercedes por los aires. La Fama se alejaba para escapar, pero la siguió la Lively, que era la más velera, hasta alcanzarla y también la batió la Medusa, que era la que la tenía emparejada al inicio, quedando la Fama desarbolada, con su comandante, el capitán de navío muerto, y la fragata con siete impactos a flor de agua, pues los ingleses después de arrumbar el velamen, tiraban a hundir. La falta de combatividad de la marinería española impedía hacer una defensa eficaz, y la desigualdad era abismal. Prolongar más el combate hubiera constituido un final numantino. A las 12:30, Bustamante rindió la escuadra.
     Afortunadamente no fue el último viaje para Diego Alvear y su hijo primogénito, porque al enfermar el segundo de Bustamante, hubo de ser movilizado Alvear junto a su hijo, que pasaron a la Medea, desde donde presenciaron el hundimiento de la Mercedes, la que acababan de dejar y que ocupaban la madre con sus siete hijos restantes y los enseres domésticos que habían cargado en Montevideo. Las tres fragatas españolas fueron conducidas primeramente a Gibraltar, y después a Gosport, Inglaterra.
La escuadra española perdió 269 personas y tuvo 80 heridos, mientras que la escuadra de Moore sólo perdió dos hombres y tuvo siete heridos.
La batalla fue duramente criticada por la prensa británica, que consideraba que el ataque estaba totalmente injustificado por haberse producido en tiempos de paz:
“Un gran delito acaba de cometerse [...] La ley de las naciones ha padecido la violación más atroz: una potencia amiga ha sido atacada por nuestra fuerza pública en medio de una profunda paz [...] sus leales súbditos han perecido en su defensa, infestando nuestras costas sus saqueados tesoros…”
Allí estaba la espléndida maqueta de Nuestra Señora de las Mercedes, datos técnicos, objetos arqueológicos y al final, el tesoro submarino de las monedas coloniales acuñadas por nuestro imperio y que nunca se pusieron en circulación. Pero al fin, un tesoro arqueológico recuperado por el fallo inapelable del tribunal de Florida de Enero de 2012, pese a las pretensiones de la empresa cazatesoros ‘Odyssey’, nueva piratería. 
El último viaje de Manuel Álvarez de Linera cruzando la plaza de Cervantes, con paradiña incluida, lo dio conmigo, tuve ese honor. Le dejé en el semáforo de Libreros con Tinte y me despedí de él hasta el lunes 28, para el que me prometió unos papeles de su sabio archivo. Pero aquel lunes me hizo pifia. Lo último que supe de él es que se hundió como la Mercedes con su sabio tesoro a pique. Había nacido hace 84 años en Grandas de Salime (Asturias) y compartía su estancia a partes iguales entre Alcalá y Veguellina de Órbigo (León). Era Licenciado en Derecho y llegó a Alcalá en 1972 como Técnico Encargado del Registro de la Propiedad, desde donde su personalidad afable se dilató con los alcalaínos. Descanse en paz.  
    El último viaje de Don Quijote lo hizo desde Barcelona a su pueblo. Desde la mofa y el escarnio volvió a la realidad pacífica de “en un lugar de La Mancha”. En efecto, en la playa de Barcelona tiene lugar la derrota de don Quijote por el Caballero de la Blanca Luna, que no es otro que su verdadero amigo el bachiller Sansón Carrasco, de su mismo pueblo, el que le pone como condición de su derrota que vuelva a su hogar. El bachiller que había sido derrotado antes como Caballero de los Espejos, le devuelve ahora a la realidad. Le arranca de toda la chanza orquestada por su supuesto correcto anfitrión, don Antonio Moreno, quien es el primero en lamentar la intervención del personaje manchego, fuera del programa de escarnios al que era sometido. Así se lo hace saber al virrey, también cariacontecido. Don Quijote es ejemplo. Lo mejor que se puede hacer, hoy y ayer, es salir de tanta chanza programada. Ya está bien.

  José César Álvarez  Puerta de Madrid, 16.4.2016

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