lunes, 25 de septiembre de 2017




Diario de mártires

     Día 11.- Once años de 11M. En el monumento a sus víctimas en la Estación hubo un acto institucional por la mañana. Lo inolvidable no puede olvidarse. En el quiosco de la plaza, por la tarde, hubo otro acto que organizó el grupo de Víctimas de Alcalá. El primero es anual, el segundo mensual, once a once, erre que erre.



    

     Por la mañana se leyó una declaración institucional, que quiere decir que el texto sobre el 11M estaba consensuado en teoría por los cinco partidos políticos del ‘agonizante’ ayuntamiento. Quiere decir que es una sopa cocinada por cinco cocineros y que resultó lo que resultó, un caldo tibio con tropezones de democracia, libertad, Constitución y Derechos humanos, un poquito de todo. Entiendo que como texto institucional sonaba bien, con reiterada alusión a las víctimas. Decía: “que la barbarie y el terror no tienen cabida en una sociedad como la nuestra…y de paso manifestar nuestra más firme condena a los que sesgan la vida de las personas con falsedades, imposturas y anacronismos”.

     En una masacre como la del 11-M, que carece de autores  directos –uno hay en la cárcel–, cuando el lenguaje desciende del concepto universal al nivel de las personas, no se hace aquí para señalar a quienes faltan, sino para señalar y acusar de impostura a personas en nebulosa. ¿Se refiere el ayuntamiento a la Cadena de Radio que fue protagonista en aquellos días? ¿A quién se refiere el Ayuntamiento Pleno en su imprecisión?

     Fue una columna de equilibrios circenses y conceptos equívocos donde “se sesga la vida” cuando la vida se siega, que es justo lo que pasó hace once años 192 veces. Pero no, eso no se puede decir, los términos realistas son violentos, de extrema derecha por lo menos. Así es que en este aniversario del 11-M “se sesga la vida”, y yo me lo creo.

     El pueblo español tiene más olfato. Todas las encuestas sobre el particular han determinado por mayoría que los españolitos no se creen la milonga que les han contado sobre aquel día atrozmente inolvidable.


     El comunicado institucional acabó así:“Y en esta plaza, y junto a este monumento, infinito símbolo de la lucha contra la injusticia, queremos expresar a las víctimas nuestro apoyo y nuestra gratitud.”  Ese infinito símbolo de la lucha contra la injusticia” es tratar de diluir en las nubes del limbo la reivindicación de la Verdad y de la Justicia que deben llevar a la calle. El ‘infinito’ es eslogan que está bien para vender a Cervantes, pero no vale como moralina seglar. Ya sabemos ahora que a los concejales de ese Ayuntamiento de Agonizantes, hay que colocarles en sus reivindicaciones un símbolo infinito para que se colmen y se calmen.  



    
      Día  7.- Dicen que hubo 1.300 niños. Fue una fiesta. Fue la reversión de las reliquias de los santos Justo y Pastor. Así se recupera una fiesta que fue, y se conquista plenamente a los patronos de Alcalá, que quedaban desdibujados por la canícula de su fiesta oficial. Ahora puede entrar el curso de los niños. Los niños con los niños. Son los Niños que huyeron al Norte, víctimas de ese fanatismo de siempre que entró en España en 711. Son los Niños fugitivos de Huesca, el Pirineo y Narbona que buscaban cobijo. Los Niños fugitivos suscitaron el cariño con que les atenazaron como propiedad. Hubo de intervenir el rey Felipe II y el propio papa para aflojar tanto abrazo aragonés. Y los Niños fugitivos fueron Niños pródigos a través de los caminos festivos de la España de su retorno. Hasta que el relicario de los Niños entró en Alcalá  por los raudales de risa blanca de la carrera blanca de Guadalaxara un 7 de marzo de 1568, cuya puerta ya fue para siempre Puerta de Mártires, la que dicen de los ‘cuatro caños’. Y desde esa plaza de su sol naciente, se cruza en derecho el viejo corazón de Alcalá hasta la plaza de los Santos Niños, de plaza a plaza, de oca a oca, un salto alegre de juego infantil que brota hoy por la médula ósea de la ciudad antigua, para caer en su honda cripta, tan honda que en el siglo VII, en tiempos de Chindasvinto, según rezan los ‘Anales Complutenses’, los patronos de la diócesis Complutense lo fueron de España, mucho antes que lo fuera el patrón de la Compostelana. Y el nombre moro de la Alcalá colgada habitó entre nosotros, en perjuicio de Santiuste, el santo nombre del niño más niño y valeroso, que quedaba envuelto entre la bruma pirinaica.



    

     Día 6.- Proclamación del martirio de San Ignacio González por causa de venírsele encima el ático de Estepona, quien, junto a Santo Tomás Gómez, arrollado por el tranvía de Parla, forman los Santos Niños de la Autonomía de Madrid. Nada esgrimía la justicia contra ellos. Su martirio les vino a mano limpia desde sus pretores. San Ignacio ha pagado la alevosía contra sus tribunos que le restaban caudales en beneficio de los levantiscos de la costa, rebajando los impuestos a sus ciudadanos en contra del criterio del Imperio y colocándose a la cabeza de las provincias hispanas. Había que castigar la alevosía. Primus honor Imperii.



José César Álvarez


Puerta de Madrid, 14.3.2015

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