lunes, 25 de septiembre de 2017





El hombre, medida de todas las cosas
    
      La frase es del sofista Protágoras, siglo V antes de Cristo, a quien Platón dedicó uno de sus más celebrados ‘Diálogos’ y que el otro día, bajo los soportales, frente a la casa de Cervantes, un poco más allá, nos recordaba en plena deambulación Tomás Ramos Orea, a golpe de sombrerazo de paja, como corolario a las más dispares situaciones humanas que veníamos comentando. Y hasta hubimos de sufrir su cita latina y griega que viene a cifrarse en ‘Mensura homo’.  “Cuando nos explicaba de chavales esto nuestro profesor de Filosofía don Eusebio Palenzuela —decía—, no lo entendíamos. Ahora, sin embargo, lo vemos claro, quiere decir lo que dice, ni más ni menos”.
     
       Pero yo, sin embargo, no tengo claro su significado. De hecho las interpretaciones de la frasecita han sido varias. “El hombre es la medida de todas las cosas”, pero ¿de qué hombre? ¿Del hombre concreto o del hombre genérico como interpretaba Goethe y Aristóteles? Porque si se trata del hombre concreto, tenemos tantas perspectivas humanas como hombres son. Caemos entonces en el relativismo, en la subjetividad, huyendo de ‘la verdad’, aquella que buscaba con ahínco la Grecia antigua, y cuyo hondo prestigio llega hasta la superficie del propio Alexis Tsipras.
     Yo lo que entiendo, creo que junto a mi amigo del soportal, es que el hombre da la talla para ser santo y demonio, héroe y traidor, honrado y ladrón, borracho y astemio, glotón y templado, facha y rojo, promiscuo sexual y célibe, votante del PP y de Bildu, seguidor acérrimo de ‘san pedro’ y de ‘san pablo’ (Sánchez e Iglesias), cuyo orden en el santoral español no ha habido que invertir el pasado domingo según había anunciado el profeta. Se respeta el orden canónico: ‘san pedro y san pablo’, no al revés.
    
      El hombre da todas las tallas, “es la medida de todas las cosas, de las que son en cuanto que son, y de las que no son en cuanto que no son”. Y el hombre británico ha sido capaz  de ser la medida de la cosa que no era y que ha sido: dar una patada contumaz en el culo de Europa y, eso sí, que Europa no conteste, porque, claro, es una decisión democrática. Por cierto, que la talla más contestataria contra Europa —ello ha sido noticia—, la ha dado nuestra ciudad hermana de Peterborough, en cuyo acto de hermanamiento colaboramos en nuestros tiempos concejiles en 1986, gracias a la generosidad del entonces alcalde de Alcalá Arsenio Lope Huerta, con motivo de la invitación de la hoy ciudad contestataria a la conmemoración del 450º Aniversario de la muerte de la alcalaína Catalina de Aragón, sepultada en la Catedral-Abadía de Peterborough, sobre cuya tumba Arsenio y yo depositamos un ramo de flores en un acto emotivo. ¿Qué ha pasado? ¿Dejamos las flores torcidas? ¿Ha resucitado la cólera de Enrique VIII? Lo cierto es que Catalina, la mujer pro-europea, la princesa del humanismo renacentista, la mecenas de Tomás Moro y Erasmo de Rótterdam, la han alejado de Europa zanjando una frontera a su tumba, también nuestra.


Retrato de Juan de Flande s de Juana de Aragón a los 11 años

      Los españoles han vuelto a dar la medida de su talla en América. Los que en otro tiempo hollaron su continente de norte a sur dejando la huella misional indeleble de su aportación social y lingüística, inapelable, que no quieren ver los que se enrocan en lo negativo, han vuelto a hollar de este a oeste la ampliación del Canal de Panamá, en otra grandiosa empresa. 



     ‘La villana de Getafe’, obra en verso de Lope de Vega, que se puso en escena en el Teatro Salón Cervantes el pasado sábado es la medida de la villanía de la Compañía Nacional de Teatro Clásico al adulterar con alevosía el patrimonio inmaculado del teatro clásico tal como el que echa agua sin tino a un bote de pintura original y la revuelve con un palo, dale que dale, donde todo se mezcla y ya no se sabe lo que era y lo que es. Y lo que es y no era es un autocar que va a Getafe, ‘La toledana’, unas niñas de minifalda, unos ejercicios de yoga, unos bailes de ‘rap’ y unas rimas de Getafe con gafe. Todo eso en el siglo XVI. Un respeto, villanos.



     Y el hombre español le ha dado su medida a Rajoy, por encima de las medidas interesadas de todos los encuestadores previos. El caballo ganador ha sacado al segundo caballo 52 guarismos, aumentando así la distancia de los 33 que ya poseía en la carrera anterior. Todo apunta a que la medida de la gobernabilidad de este pueblo está más cerca. “Bueno, amigas y amigos”.





José César Álvarez

Puerta de Madrid, 2.7.2016

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