lunes, 25 de septiembre de 2017



Las reinas magas
    
       Día 6. Cuando la Historia Sagrada es tan machista que los tres Reyes Magos son tíos, y que los doce apóstoles lo son también, como lo son los romanos y los judíos y lo son los cuatro evangelistas,  titular así, en femenino, va bien, tal que su aceite de ricino para tanto recalcitrante carroza encorbatao que no se sabe apretar el nudo hasta donde él mismo se merece. ¡Es que ya está bien, tío!  Y porque alguien hizo el amago, sólo el amago, de inventar a la Reina Baltasara, hubo que dar marcha atrás o de lo contrario te barren de la risa los encopetaos, los inmovilistas que no quieren llevar la igualdad de género ni a sus propios evangelios. Entonces hubo que decir para arreglarlo, pues claro, que la Baltasara era una mujer que hacía de Baltasar. ¿O tampoco puede ser, so listos? A ver si no. Es la igualdad de oportunidades, ¿te enteras? Y lo de “las reinas magas” no es que cambiemos la historia, que tampoco pasa nada, que es un juego, una dulcificación para los amargos, pero en este caso es que ellas existen en el teatro de Gloria Fuertes que representan todos los años unas actrices cántabras. Resulta que los Reyes Magos se van a la guerra, y sus esposas reinas les suplen llevando la paz. A ver si te enteras que la igualdad de género lleva la paz, tú, guerrero encastillado, político de trinchera, tú, sí, tú.

 

     El salón

    

     Día 7. La limpieza del salón. El salón es la pieza noble de una casa, su espacio representativo, el ágora familiar. El salón ha sufrido su desgaste con motivo de las fiestas navideñas, del año viejo y nuevo. Allí, el belén y el árbol, los turrones, los cavas, las uvas, los reyes. Se han pisado las alfombras, se han restregado los parqués, se han apelmazado los sofás y ha sonado el claqueteo de los platos de la vajilla de los días señalados. El salón y los elementos que lo componen han acusado su valor fungible y evanescente, aunque ello apenas pueda ser apreciado. Pero las doce uvas que han pasado por los salones de toda España, han pasado también por su propia biografía. Por la entraña de los contenedores también pasa el tiempo, además de por sus esqueletos pululantes.



     Los cinco salones de Alcalá.    



     Día 8. Y del salón de mi casa me pasé al día siguiente a los salones de mi pueblo. Y conté cinco, cinco salones dignos, históricos, distantes, distintos y distintivos: el Salón de Concilios del Palacio Arzobispal, el Paraninfo, el Teatro-Salón Cervantes (con su antecedente teatral del ‘Corral de Comedias’), el Salón de Plenos del Ayuntamiento y el Salón Noble del Círculo de Contribuyentes. Eran cinco.

 

     Podría haber incluido en la lista de los salones representativos de la ciudad al salón de actos de la Universidad cisneriana, a los de Farmacia, Medicina y al ‘salón inteligente’ del Politécnico, más capaces, al ‘Aula Magna’ de Económicas y a la ‘Sala de Grado’ de Derecho. También podría haber incluido al episcopal de la ‘Civitas Dei’, al Salón ‘Cisneros’ del Parador, a la siempre fascinante ‘Aula de Música’ de Basilios, al espléndido ‘Lope de Vega’ de Caracciolos, al del Colegio de Abogados, al Salón de los Reyes del Palacete Laredo, al del Arqueológico, al auditorio Paco de Lucía… Pero no, he contado cinco, la manita, cinco como los cinco lobitos que tiene la loba, como los cinco cables del pentagrama donde se cuelga toda clase de música, toda.



     Quizás sean el primero y el último de los cinco salones relacionados los más desconocidos. El Salón de Concilios tenía su divina techumbre artesonada de traviesas pareadas de azules marinos y dorados. Ese espacio había sido reordenado por Martín de Contreras en 1424 y enriquecido por Tavera un siglo después. Su cielo arquitrabado ardió en 1939 para quedar ahora abovedado de nerviaciones neogóticas y nudos policromados. Pero la historia incombustible dice que los cardenales dieron marco a los reyes allí donde el cielo y la tierra se tocaban, como se tocaban la espada y el báculo. Mucho antes, aquí hasta se preparó la batalla de las Navas de Tolosa, la ralla roja de las Españas católicas.



     El casino de Alcalá tuvo su precedente en la calle Cervantes 2, bajo la denominación de ‘Casino Mercantil’, inaugurado para las fiestas navideñas de 1890, por lo que acaba de cumplir 125 años, pasando en Agosto de 1893 a ocupar el edificio actual con la fachada neomudéjar del arquitecto municipal Martín Pastells y la nueva denominación de ‘Círculo de Contribuyentes’, del que la Sociedad de Condueños fue su promotor. El alcalaíno Félix Yuste pintó en 1901 los diez lienzos alegóricos de la ciudad y Samuel Luna iluminó los frescos del techo en 1906. En este Salón Noble se trasluce el regusto calmo y decimonónico por enhebrar dignamente el tiempo de una burguesía local atildada y galdosiana.     



José César Álvarez


Puerta de Madrid, 9.1.2016

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