lunes, 25 de septiembre de 2017




La trituradora

                                 

          La trituradora de papel es un artilugio que viene de Cataluña, potencia industrial de trapicheos. La trituradora es el resorte que arrasa con los documentos comprometidos y salvaguarda los honores manchados. La trituradora de los políticos catalanes que creían tener enterradas sus fechorías, han visto resucitar sus papeles como resucitará la carne el día del Juicio final, el juicio que ya les rodea, además del juicio social que ya de antemano ha triturado sus veleidades independentistas. La trituradora catalana no ha servido para burlar la justicia sino para sentar a los prohombres del desacato en igualdad ante la ley.



      La trituradora de nuestros días modernos corta y mata como la guadaña de nuestros días de calendario. La trituradora machaca el papel de los hombres y la guadaña machaca a los hombres en su papel. La guadaña es también trituradora igualitaria  que a todos los mortales llega, antes o después. Los que predican la igualdad lo tienen difícil, porque no nacemos iguales, igual de dotados, igual de arropados, igual de abrazados. La herencia natural y social no es la misma al nacer, y no se puede ir contra la naturaleza, contra los talentos que la vida te quita o te da de partida. “Venir con un pan debajo del brazo” es alusión a la fortuna del bien nacido. Sin embargo, somos iguales al morir. Igual muere el pobre que el rico, pese a las suntuosidades superfluas del segundo. La guadaña es igual de agresiva con el tallo de la espiga granada que de la huera, de la alta que de la baja, de la verde que de la seca. Aquí no se queda nadie, ni papas ni emperadores ni sabios, ni los del PP ni los de PODEMOS,  de los que estoy seguro que también se morirán.



     Cuando la Guardia Civil ha tenido la paciencia de recomponer cachito a cachito los papeles que vinculaban a los políticos comisionistas con los empresarios que entraban en el chantaje, no sólo ha recobrado las pruebas trituradas, si no que ha roto la garantía de fabricación del artilugio laminador. El honor roto va en los papeles enteros y el honor entero va en los papeles rotos. Eso creían sus protagonistas: que su honor estaba a salvo mientras su aventura quedaba achatada. Pero la Guardia Civil ha recuperado con la paciencia de Penélope, el diminuto puzzle de la gran verdad rota, acuchillada para ocultar sus golferías y mantener impoluto su cuello blanco. Sobre el detritus de la trituradora se operó el milagro: la Guardia Civil ha repetido el dogma de la resurrección del papel y la vida del calabozo futuro, amén.



     La trituradora machaca los papeles ya muertos, inservibles. Esa es su función correcta, la de proteger la discreción de los datos personales. Pero, ay de las trituradoras que machacan a los vivos, a los papeles vivos del compromiso, o lo que es peor, a los seres vivos nonatos. Esa es su función aberrante.



     La trituradora de los papeles muertos es la del cementerio, su acción pudridora, la que hace desaparecer los cuerpos y descompone sus formas.



     Son muchas las clases de trituradoras de nuestros días corrientes: la trituradora del Ayuntamiento de Oviedo cuando quiere triturar los seres vivos de ‘Los premios Princesa de Asturias’, donde se galardona a personajes e instituciones modélicas, que resultan ejemplares para el ser humano; la trituradora de la enseñanza en aquellos proyectos de educación que trituran a las élites culturales en beneficio de la injusta igualdad, y así abaten a las lumbreras, a los guías, a los líderes y a los genios; la trituradora del jockey que mató a palos a su caballo y que ha  encontrado su justa cárcel; la trituradora de la guerra, la de Afganistán por ejemplo, donde al retirarse de allí los españoles, se ha hecho balance de cien trituraditos. La trituradora del fiscal de Venezuela que ha triturado moralmente al gobierno de su país al denunciar las presiones a que fue sometido en la farsa del juicio de Leopoldo López…



     Esta trituradora lenta del camposanto no chilla ni bufa, es silenciosa, apacible, perpetua, de flores calladas y de lengua universal.



José César Álvarez


Puerta de Madrid, 30.10.2015

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