lunes, 25 de septiembre de 2017











                                            España Ilustrada. III Concilio de Toledo



Reivindicación del rey don Rodrigo


       A Juan Goytisolo, autor de la novela Reivindicación del conde don Julián (1970), el ministerio de Cultura del Reino de España le ha concedido billete con destino a Alcalá de Henares para que el 23 de abril de 2015, el escritor barcelonés que vive en Marruecos, se encarame a la tribuna de Tomás de Villanueva y Juan de Ávila.



     Don Julián, el ‘alter ego’ del novelista laureado, es la representación mítica del traidor. Don Julián parece ser que es gobernador de Ceuta cuando facilita a los árabes el paso a España de sus más encarnizados invasores, que derrotan a los visigodos en la batalla de Guadalete.  Los partidarios de Witiza, que en principio luchan junto a don Rodrigo, también traicionan al rey visigodo, que muere en la batalla, abandonado de todos. Pero la leyenda teje la historia de tal manera que quiere hacer comprensible la traición de don Julián, cuya hija, establecida en la corte de Toledo, atiende con alfiler de oro la sarna de don Rodrigo, quien la viola. La venganza de don Julián consistirá en proporcionar a los musulmanes toda la información para invadir la Península Ibérica y llegar a toledo.
      
    

     La novela de Goytisolo representa una protesta contra el mito de una España castiza, caballeresca y católica, por cuya censura, la novela no pudo publicarse entonces en España sino en México. Justificar tal ataque a las esencias españolas como una crítica al tardofranquismo es como la desproporción del cirujano que en vez de rebanar un miembro contagiado ataca al portador enfermo.
    
      En la novela un narrador anónimo, situado en Tánger (Marruecos), imagina la destrucción de la "España sagrada", de la cual se ha desterrado. Efectúa tal destrucción por medio de una recreación mental de la invasión militar musulmana acaecida en el año 711. Como muestra del odio alcanzado en las profundas periferias de su ser, el texto expele las heces que al autor le provocan las "esencias españolas": escenas de masturbación, sodomía, violación y homosexualidad; parodias a figuras históricas como Isabel la Católica y Séneca; referencias burlescas al Polifemo de Góngora; insistencias a los actos de orinar y defecar, etc.
     
     Según su autor, España se pierde por una violación, que se repite infinitas veces en la historia con el abuso de un niño, que representa el abuso del poder como acto fundacional de la diferencia identitaria de la hispanidad.       
    
     
                             CONDE DON JULIÁN

     El personaje don Julián, máscara del narrador, también emprende un acto de traición lingüística. En el delirio del narrador, don Julián vuelve a España y participa en la destrucción de la cultura nacional esencialista, retirando bruscamente de la península todas las palabras de origen árabe y las cosas que representan. Entre éstas se encuentran comidas, edificios y conceptos arquitectónicos, innovaciones matemáticas y económicas.
    
      Así ataca los fundamentos de la propia lengua, desnaturalizándola en su uso e inventa un señor carpeto, en minúsculas, un castizo toledano que se muere de hambre porque, en su afán de asegurar la pureza del idioma, no puede comer ninguno de los platos cuyo nombre tiene origen árabe
      
     Uno, rodeado de toda la paciencia franciscana de que es capaz, no puede entender tan furibunda sátira contra los que no hemos retirado los nombres árabes ni de la mesa, ni de la toponimia ni de las matemáticas. La mexicana Elena Poniatowska, última receptora del Premio Cervantes, quien manifestó su contento por la tardía pero definitiva votación a su sucesor, sí podría ponernos ejemplos de topónimos españoles desarraigados. Sin embargo, al desestabilizador ‘carpeto’ también le acogerá ese día la nomenclatura inmutable de Alcalá, que pudo ser Santiuste y sólo lo fue de manera temporal y apelativa: Alcalá de Santiuste. Nuestra lengua no siguió el dogma de la fe, ese fue el raudal único e inconmensurable de la lengua de Cervantes. Fuimos ‘Alcalá’ sin prejuicios arábigos y a pesar del ‘Complutum’ romano que nos precedía.
      
     Y sobre todo, que el nuevo Premio Cervantes no vuelva a confundirse y a enrollarse con oportunismo dentro del ropaje polivalente de Cervantes, donde todos los hilos parecen adornarle. Que no se confunda. A Cervantes le mancaron los turcos y el valiente soldado español, mancado y preso en Argel, de haber llegado allí Juan de Austria, hubiera saltado con sus compañeros cautivos cristianos, desde dentro, contra sus fanáticos y despiadados opresores musulmanes. Él lo dice. Que no se confunda.
     
     
                               RECAREDO

     Y reivindico al último rey visigodo, atufado de mezquinos traidores, el “desventurado” don Rodrigo,  por ser el legítimo sucesor de Recaredo, en cuyo Concilio III de Toledo (589) abrazó la religión católica. Y fue en esa circunstancia de conciencia identitaria donde surgió históricamente la Nación Española, cuya unidad algunos hoy cuestionan y relativizan.

José César Álvarez
Puerta de Madrid, 6.12.2014


     

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