lunes, 15 de abril de 2024

En español de España

 

                          En español de España 

     

Veinte años del 11-M y sus autores tapados han alcanzado la prescripción de su castigo, que no de su iniquidad. Los asesinos eligieron los trenes d Alcalá. Tres partían, uno paraba y cuatro cargaban. Antes, dos embozados se habían acercado a la ventanilla para precisar detalles. El juez le preguntará a la empleada de la estación de Alcalá que en qué lengua o acento hablaban, y ella contestó: “En español de España, señoría”.

Veinte años y seguimos sin saber nada. Sánchez, el mentiroso mayor del Reino, llamó hace poco al 11-M “la gran mentira de Aznar”, lo cual dirá porque sabe la verdad. Diez bombas, activadas desde el exterior y colocadas en cuatro trenes explosionaban en cuatro  puntos de su recorrido entre las 7,4 y 7,5 de aquella horrible mañana. Eso no lo hacen unos mindundis.

     No habían acabado de identificar los cadáveres de la masacre y ya habían hecho desaparecer los trenes, no sin antes lavarlos con acetona. Había prisa, allí estaban las huellas de la  bicha innombrable de la otra clase de dinamita, la de ETA, bien acopiada y desaparecida. Por algo había que borrar y borrar. Resultó que la sentencia fue tan pobre que careció de escenario y de arma del crimen. Pero la embocadura de un extintor desechado volvió a dar nítidamente dinitrotolueno, nunca Goma 2. El juez instructor, sin tener en cuenta el criterio técnico mayoritario del equipo pericial, dio credibilidad a la imposible teoría de la contaminación en el almacenamiento. El juez instructor fue condecorado por los socialistas.

    Gabriel Moris, perito químico del proceso, dio larga cuenta de todo aquello en este semanario, y contaba cómo dos peritos de su parecer, entraron al despacho del juez Bermúdez y salieron cambiados. Era el mismo juez que ante Gabriel, integrando una comisión de la AVT, les dijo: “La sociedad española no está preparada para conocer la verdad”. Gabriel, crecido por la muerte sin nombre de su hijo Juan Pablo, estuvo pidiendo Verdad y Justicia desde el quiosco de la plaza de Cervantes todos los 11 de mes, desde septiembre del 2006 a Marzo del 2020, hasta que le llevó la pandemia. Descansa en paz, amigo.

La prensa  colaboradora de la versión oficial inventó la palabrita “conspiranoico” contra sus oponentes. Pues bien, los verdaderos “conspiranoicos”, los que lo son por su autoría y ejercicio, compararon en su día los atentados de París y Madrid. “Saint-Denis de París es el Leganés de Madrid” titularon. Y lo siguen comparando en escenarios sucesivos con el mayor cinismo. Pero Madrid nada tiene de los sucesos de Charlie Hebdo ni de sus caricaturas de Mahoma, ni de Bataclan, Bruselas, la basílica de Niza, el tren de Wurzburgo, Saint-Etienne-sur-Rouvray, Londres, las Ramblas de Barcelona, el centro de Viena, el profesor decapitado, la iglesia de Algeciras… ¿Quién puede encontrar algún símil con Madrid? ¿Quién ofrece de ese día una imagen yihadista, un grito por Alá en cualquier parte, una carrera, un suicidio?

Olvidamos, claro, a los de Leganés. ¿Por qué se pone siempre a este grupo de siete como escudo identificativo del yihadismo del 11-M, cuando el Tribunal Supremo sentenció que no tenían ninguna vinculación con la acción terrorista de los trenes de cercanías, cuyas víctimas resultaron jurídicamente impedidas para demandar la acción civil a sus herederos? Y ¿por qué los supuestos suicidas fueron tan considerados que esperaron casi siete horas para estallar su supuesta carga explosiva hasta que se desalojara todo el edificio y los siete bloques colindantes, aguantando el peligro cierto del largo cerco policial para solo después “inmolarse”? ¿Por qué en el piso de Leganés no hubo detenciones y aparecieron tras la explosión siete cadáveres a los que no se les practicó la autopsia y uno de ellos con los pantalones al revés? ¿Por qué el juez pudo conceder validez jurídica a unos informes antropológicos que conculcaban la preceptiva autopsia? ¿Por qué el hermano que recibe su despedida telefónica durante el supuesto cerco no le reconoce la voz? ¿Por qué en el sumario se dan hasta tres versiones sobre la localización del piso de Leganés?  ¿Por qué aparecen entre el caos explosivo ejemplares coránicos intactos, chiitas y sunitas, cuando la presencia allí era sólo sunita?...    

Leganés es una catarata de interrogantes al igual que todo el 11-M, que de ser un interrogante abierto ha pasado a ser un interrogante prescrito, para así culminar el triunfo amparado de la iniquidad.

José César Álvarez