En español de España
Veinte años
del 11-M y sus autores tapados han alcanzado la prescripción de su castigo, que
no de su iniquidad. Los asesinos eligieron los trenes d Alcalá. Tres partían,
uno paraba y cuatro cargaban. Antes, dos embozados se habían acercado a la
ventanilla para precisar detalles. El juez le preguntará a la empleada de la
estación de Alcalá que en qué lengua o acento hablaban, y ella contestó: “En
español de España, señoría”.
Veinte años
y seguimos sin saber nada. Sánchez, el mentiroso mayor del Reino, llamó hace
poco al 11-M “la gran mentira de Aznar”, lo cual dirá porque sabe la verdad.
Diez bombas, activadas desde el exterior y colocadas en cuatro trenes
explosionaban en cuatro puntos de su
recorrido entre las 7,4 y 7,5 de aquella horrible mañana. Eso no lo hacen unos
mindundis.
No habían
acabado de identificar los cadáveres de la masacre y ya habían hecho
desaparecer los trenes, no sin antes lavarlos con acetona. Había prisa, allí
estaban las huellas de la bicha
innombrable de la otra clase de dinamita, la de ETA, bien acopiada y
desaparecida. Por algo había que borrar y borrar. Resultó que la sentencia fue
tan pobre que careció de escenario y de arma del crimen. Pero la embocadura de
un extintor desechado volvió a dar nítidamente dinitrotolueno, nunca Goma 2. El
juez instructor, sin tener en cuenta el criterio técnico mayoritario del equipo
pericial, dio credibilidad a la imposible teoría de la contaminación en el
almacenamiento. El juez instructor fue condecorado por los socialistas.
Gabriel Moris,
perito químico del proceso, dio larga cuenta de todo aquello en este semanario,
y contaba cómo dos peritos de su parecer, entraron al despacho del juez
Bermúdez y salieron cambiados. Era el mismo juez que ante Gabriel, integrando
una comisión de la AVT, les dijo: “La sociedad española no está preparada para
conocer la verdad”. Gabriel, crecido por la muerte sin nombre de su hijo Juan
Pablo, estuvo pidiendo Verdad y Justicia desde el quiosco de la plaza de
Cervantes todos los 11 de mes, desde septiembre del 2006 a Marzo del 2020,
hasta que le llevó la pandemia. Descansa en paz, amigo.
La
prensa colaboradora de la versión
oficial inventó la palabrita “conspiranoico” contra sus oponentes. Pues bien,
los verdaderos “conspiranoicos”, los que lo son por su autoría y ejercicio,
compararon en su día los atentados de París y Madrid. “Saint-Denis de París es
el Leganés de Madrid” titularon. Y lo siguen comparando en escenarios sucesivos
con el mayor cinismo. Pero Madrid nada tiene de los sucesos de Charlie Hebdo ni
de sus caricaturas de Mahoma, ni de Bataclan, Bruselas, la basílica de Niza, el
tren de Wurzburgo, Saint-Etienne-sur-Rouvray, Londres, las Ramblas de
Barcelona, el centro de Viena, el profesor decapitado, la iglesia de Algeciras…
¿Quién puede encontrar algún símil con Madrid? ¿Quién ofrece de ese día una
imagen yihadista, un grito por Alá en cualquier parte, una carrera, un
suicidio?
Olvidamos,
claro, a los de Leganés. ¿Por qué se pone siempre a este grupo de siete como
escudo identificativo del yihadismo del 11-M, cuando el Tribunal Supremo
sentenció que no tenían ninguna vinculación con la acción terrorista de los
trenes de cercanías, cuyas víctimas resultaron jurídicamente impedidas para
demandar la acción civil a sus herederos? Y ¿por qué los supuestos suicidas
fueron tan considerados que esperaron casi
siete horas para estallar su supuesta carga explosiva hasta que se
desalojara todo el edificio y los siete bloques colindantes, aguantando el
peligro cierto del largo cerco policial para solo después “inmolarse”? ¿Por
qué en el piso de Leganés no hubo detenciones y aparecieron tras la explosión
siete cadáveres a los que no se les practicó la autopsia y uno de ellos con los
pantalones al revés? ¿Por qué el juez pudo conceder validez jurídica a unos
informes antropológicos que conculcaban la preceptiva autopsia? ¿Por qué el
hermano que recibe su despedida telefónica durante el supuesto cerco no le
reconoce la voz? ¿Por qué en el sumario se dan
hasta tres versiones sobre la localización del piso de Leganés? ¿Por qué aparecen entre el caos explosivo
ejemplares coránicos intactos, chiitas y sunitas, cuando la presencia allí era sólo
sunita?...
Leganés es una catarata de
interrogantes al igual que todo el 11-M, que de ser un interrogante abierto ha
pasado a ser un interrogante prescrito, para así culminar el triunfo amparado
de la iniquidad.
José César Álvarez