lunes, 25 de septiembre de 2017





Los alargamientos

 
     Estoy en el Auditorio de Madrid.  Es el concierto en homenaje a las Víctimas del Terrorismo, víspera de su conmemoración europea. Estamos en el último número del Réquiem de Fauré, ‘In paradisum’. Estamos en el acorde final del movimiento, final de la obra, final de la vida. Es un suspiro alargado, inacabable, donde todo confluye. Los tenores, otras veces protagonistas audaces, caen sumisos, lejanos, exquisitos. Allí las sopranos, tantas veces apasionadas, mueren dulces como manantiales que agostan. Allí los bajos sombríos. En este suspiro alargado de la muerte, ay, los trombones profundos, largos, en sordina, semejan el sopor, el ronquido plácido del tránsito. Son los goznes del acceso al cielo. Allí confluyen los mejores recuerdos, los mejores sentimientos, los aromas declinantes de la vida que evocan los cellos, las violas y violines, largos, ‘sostenutos’. Estamos en la puerta misma del paraíso. En las descripciones precedentes de Fauré, la muerte no ha tenido efectos tétricos, ni calavéricos. No ha habido el menor signo de agitación, de ansiedad, ni tan siquiera de dolor. La serenidad lo inunda todo.  Aquellas voces maravillosas que se alejan, aquella sinfonía que se adormece... Y es que Fauré sustituyó el responso del Dies illae, dies irae, tremebundo, apocalíptico, por este de ‘In paradisum’, donde consiguió acunar a la muerte, arrullarla y mecerla, perderle el miedo, mirarla de otra manera, desprovista de guadaña. Esta es la versión que se estrenó en la Exposición Universal de París de 1900. Sigue el acorde final, alargado, insistente y persistente como una boca abierta de resonancias respiratorias, que va boqueando dulcemente, que se extingue y deja un silencio de dignidad en el aire, un silencio de aliento fecundo. Aplauden los Reyes de España, el ministro de Cultura, la alcaldesa de Madrid, las víctimas del terror. Es un aplauso alargado con los maestros puestos en pie. Durante el minuto de silencio escuché tras de mí un sollozo ahogado.    

                                                                                         

      El ‘11M’ tuvo en Alcalá dos actos conmemorativos, uno por la mañana y otro por la tarde. El primero fue el institucional en torno al monumento a las Víctimas en la estación de la RENFE, el segundo es el que organiza el Grupo de Víctimas del ‘11M’ de Alcalá de Henares en el quiosco de la Plaza de Cervantes. Los dos coinciden en el homenaje a la memoria de las víctimas de aquel malhadado día. Pero el segundo difiere del primero en su propio ‘alargamiento’: piden Verdad y Justicia sobre la versión oficial del atentado. El alargamiento es sustancial y las diferencias notables.



     Los alargamientos de las palabras se llaman polisílabos y resultan innecesarios. ¿Qué diferencia hay entre decir ‘terror’ que ‘terrorismo’? ¿No es lo mismo decir ‘problema’ que ‘problemática’? ¿Por qué decimos ‘señalizar’ por ‘señalar’, ‘complementar’ por ‘completar’, ‘climatología’ por ‘clima’, ‘metodología’ por ‘método’, ‘moralidad’ por ‘moral’, ‘ejercitación’ por ‘ejercicio’, ‘dominancia’ por ‘dominio’, ‘gobernanza’ por ‘gobierno’…? Los psicólogos del lenguaje tendrán que decirnos por qué tendemos a ‘los alargamientos’ de las palabras, que se nos agrandan en la boca como los chicles. Yo creo que ocurre algo así como decía Juan Ramón Jiménez: “Que mi palabra sea la cosa creada por mi alma nuevamente”. Y en esa recreación de la cosa, necesitamos recrear también la palabra. Así resultan palabras kilométricas como esa de los ‘desinhibidores’ de que nos hablan los economistas, en tanto se arrinconan los ‘frenos’ y los ‘obstáculos’ que habría que levantar. Mientras tanto, los académicos de la Lengua viven el gozo de su sillón, renunciando a la poda de los tocones bastardos, los hijastros del árbol de la Lengua.



     El equipo ‘Inter Movistar’ de fútbol sala, que tenía en Alcalá ‘la mejor afición del mundo’ se fue este curso a Torrejón mientras se acondicionaba el Pabellón de la carretera de Meco. Pero ha habido ‘alargamiento’. Al equipo estrella de Alcalá, el Ayuntamiento de Torrejón le ha alargado su estancia hasta el año 2019. Un retorno que ‘se alarga’.     

           José César Álvarez
Puerta de Madrid, 19.3.2016                                             

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