El prólogo de las Novelas Ejemplares (1613)
Estamos
celebrando el cuarto centenario de la publicación de las Novelas
Ejemplares de nuestro paisano predilecto Miguel de Cervantes. En el
‘Spam’ de mi ‘blog’, alguien
ha querido aguarme la fiesta. Un ‘cervantista leonés’, de esos que
sudan tinta por hacerse con Cervantes, me ha dejado un mensaje. Me dice
que el famoso ‘Prólogo’ de las NE, el del vocativo “lector amantísimo”,
no lleva fecha porque le corresponde la misma de la dedicatoria al Conde
de Lemos, 14 de julio, de 1613. Como en dicho ‘prólogo’ el autor
expresa su edad, se pone de manifiesto –me dice– que ese no es el
Cervantes alcalaíno.
Hay
quienes se enojan conmigo cuando contesto a los ‘leoneses’. ¿Por qué?
¿Es que hay algún peligro? Me he abstenido cuando pretenden llevarte a
la maleza de su monte, pero, así, a campo abierto, no tengo
inconveniente. Creo, por el contrario, que hay mucho que explicar. Y a
ello vamos.
Es
el ‘Prólogo’ de las NE el texto no novelado que más información nos
ofrece sobre la persona de Cervantes. Una de ellas, la que ahora nos
ocupa, es la edad que dice tener al escribirlo y que su autor expresa de
la siguiente manera.
Mi edad no está ya para burlarse de la otra vida, que a los cincuenta y cinco de los años gano por nueve más y por la mano.
Lo cual parece que dice como un jeroglífico, pero no, está aludiendo al juego de naipes de ‘el mazo’, en cuya primera suerte el seis, el siete y el as de un palo hacían ‘el mazo’ que valía 55 puntos, y 55, por tanto, era la edad del mazo.
Nos
está diciendo, parece, que cuando eso escribe tiene 64 años y pico. La
mano es el pico, aunque alguien ha dicho que la mano sumaba un punto.
Los ‘leoneses’, que quieren ganar a Cervantes por la mano, están
empeñados, porque sí, en que el ‘verdadero’ Cervantes no es el que nació
en Alcalá de Henares en 1547, sino ‘otro’ que nació en 1549, y para
ello, han acopiado dos fechas, una la de la edad ‘arrastrada’ de Miguel
en la “Relación de Argel”, que ya les desmonté en su día, y ésta del
Prólogo de las ‘Novelas Ejemplares’, porque si el Cervantes alcalaíno
nace en 1547, en 1613 tiene 66 años y no los 64 que dice tener. Con lo
cual los ‘leoneses’ se frotan las manos: ¡Cervantes es el ‘otro’!
–concluyen–. (Ese ‘otro’ es un fantasma sin rasgos ni papeles) Sin
embargo, el Cervantes de Alcalá en 14 de julio de 1613 tenía un año
más, 65, la hipotética mano. Pero esa no va a ser mi versión insegura.
Es
lo cierto que las ‘aprobaciones’ del Doctor Cetina, del trinitario Juan
Bautista y de Diego de Hortigosa tienen fecha de julio y agosto de
1612. Y en esa fecha, sencillamente, quizás meses antes y siempre
después de las galeradas primeras, no importa, fue cuando escribió el
prólogo el alcalaíno Cervantes. Y así fue porque él lo dice, lo escribió
con los 64 años que cumpliría el 29 de septiembre, día de San Miguel
del año 1611, y tenía el pico que se le acumulaba durante los ocho
primeros meses del año 12, que es cuando lo escribe. Y es que el
alcalaíno Cervantes siempre encaja con toda naturalidad y se nos
agiganta en cada uno de los palos que quieren meter en la rueda de su
gloria, que es la nuestra.
Sin
embargo, he de decir en honor a la verdad, quelos ‘leoneses’ de mi
‘spam’ y de mi controversia periodística, me han hecho pensar, en contra
del desprecio que en estos casos me sugieren altivos gendarmes.
Y he llegado a una conclusión: hubo un ‘prólogo’ primero, y hubo, en
efecto, un ‘prólogo’ final, el corregido, cuando a Miguel de Cervantes
se le echa el tiempo encima y tiene que asumir el triste negocio de que
su amigo no cumple el compromiso de traerle el retrato acabado que le
hizo el pintor sevillano Juan de Jáuregui, con el que tiene pensado
abrir su ‘prólogo’, cuyo texto, ya escrito, iba a empezar así:
Este que veis aquí, de rostro aguileño, de pelo castaño, de frente lisa y desembarazada, de ojos alegres…
Pero,
ante el fracaso del retrato ‘perdido’, –Jáuregui está en Sevilla y
mantiene su casa madrileña cerrada a cal y canto–, Cervantes hubo de
verse en la necesidad de corregir el ‘prólogo’, que ahora –y
definitivamente– empezará así:
Quisiera yo, si fuera posible, lector amantísimo, excusarme de escribir este prólogo…
Y
en su excusa del fallo del amigo, el nuevo texto, metido con calzador,
se planta ante el largo retrato literario, que ahora acota entre
comillas. Después del retrato siguen las lamentaciones y los arreglos
hasta enlazar de nuevo con el primer texto donde se glosan dos palabras por este orden: “ejemplares” y “novelas”, temática de su primer esbozo, tras el retrato físico y el literario.
Las
dos interpolaciones incluidas en el texto del ‘primer prólogo’
–pre-retrato y post-retrato– se hacen reconocibles por estos gestos
comunes:
1) Se
busca la excusa en la complicidad afectuosa con el lector, usando
sintácticamente la primera persona, la cual arrastra hasta el nexo con
los temas ‘ejemplares’ del primer texto, construidos ya en tercera
persona.
2) El tema introducido, antes y después, es el de su amigo fallido.
Este
‘amigo’ de Cervantes introducido guarda sutiles ironías contra Lope de
Vega. En su ‘Jerusalén conquistada’ aparece el retrato de Lope, obra de
Francisco Pacheco, y un ‘Elogio’ al pie que escribe un supuesto ‘amigo’,
que es objeto del fino sarcasmo de Cervantes cuando se refiere al suyo:
Y
cuando a la memoria de este amigo, de quien me quejo, no ocurrieran
otras cosas de las dichas que decir de mi, yo me levantaría a mí mismo
dos docenas de testimonios, y se los dijera en secreto, con que
estendiera mi nombre y acreditara mi ingenio. Porque pensar que
puntualmente dicen verdad los tales elogios, es disparate.
(de la interpolación post-retrato, primera persona)
Es
la superioridad moral de Cervantes, tan criticado. Su ‘amigo’ es sólo
ironía. Su amigo ni le lleva el retrato ni le escribe el elogio. No le
hace falta ocultar que él es el autor de su propio retrato, nunca
disparatado, tan verdadero y conforme como la propia aventura de su vida.
El
padre benedictino Martín Sarmiento, descubridor de la cuna de Cervantes
en Haedo, se lamentaba en su siglo de haber conocido tarde los
‘preliminares’ de las NE –fe de erratas, tasa, aprobaciones, yo el rey,
prólogo, dedicatoria, poemas amigos–, arremetiendo contra los editores
que sustraían como ganga inútil unos textos de tanta información como la
que nos ocupa. Por este prólogo conocemos los hitos más importantes de
la carrera militar y literaria de Cervantes, las adversidades de su
cautiverio y de su mano perdida en Lepanto, o cuestiones más
superficiales como que fue rubio
…las barbas de plata, que no a veinte años fueron de oro…
(autorretrato, texto primero, tercera persona)
o que fue tartamudo
En fin, pues ya esta ocasión se pasó –la del retrato–,
y yo he quedado en blanco y sin figura, será forzoso valerme por mi
pico, que aunque tartamudo, no lo será para decir verdades, que, dichas
por señas, suelen ser entendidas…
(interpolación post-retrato, primera persona)
De
esta manera,,, los amigos leoneses no van a conseguir arrancarme el
talego de las evidencias, ya que la descripción de la edad que aquí se
cachea, pertenece al cuerpo inicial, en tercera persona, escrito, por lo
tanto, cuando él dice que lo escribe, en el año 1612, y tiene los años
que dice tener: 64 y pico. Por lo que las interpolaciones evidentes de
última hora no afectan a la edad manifestada en su perífrasis lúdica. Y
lo tiene escrito en 1612, cuando hubiera querido publicar sus NE, pero
se le retrasan las diligencias reales, es lenta la aproximación al alto
mecenas y, sobre todo, se le oculta su pintor guadanesco. Lo que le mete
en pleno año 1613.
Hablamos
de quien hablamos, claro, del alcalaíno Miguel de Cervantes Saavedra,
el que escribe y se cita en el mismo ‘prólogo’, el que no puede
exhibirse por no estar a tiro de su mano, pero “se atreve a salir con
tantas invenciones en la plaza del mundo”.
José César Álvarez
Las Novelas Ejemplares debieron salir con el retrato de su autor, obra de Juan
de Jáuregui, pero no llegó. Esta es la imagen más popular de Miguel de
Cervantes, a la que Astrana Marín, sin embargo, llama el “falso
Jáuregui”.
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