El 14
     El
 14 es el nuevo año al que mi amigo Antero Briega no pudo llegar. Le 
hubiera gustado tocar su madera como burladero de salvación de ese toro 
del 13 al que tanto miedo le tuvo, astifino y traicionero, que le pilló 
frente a las talanqueras de la barrera del 14, a donde iba ya a meterse.
 Un recorte más y lo tenía. Marrana faena. 
Cayó un alcalaíno del rocoso soportal que nos doblega, Antero Briega, 
a quien dedico este artículo sobre “el 14”, el año al que no pudo llegar.
     Era
 Antero buen olfateador de las primeras tintadas de PUERTA, y se topaba 
contigo por la calle para anunciarte tu artículo, panecillo todavía 
crujiente, y, cálido de complicidad, te anunciaba: “Te han colocado en 
la derecha”. Lo cual decía refiriéndose a la geografía de esta semanal 
emborradura, la mía, claro. Tanta era la importancia que daba a esta 
geografía de la página, que un día que caí en la de la izquierda le 
dije, relativizando su dogma: “¿Sabes, Antero? En la derecha van los que
 necesitan ayuda para ser leídos.” Y en otra ocasión le dije remedando a
 Azaña: “Yo soy de donde caiga.”  
     Pero
 esa caída anunciada de Azaña fue una borronadura más gruesa, como la 
tuya, Antero. Tú caías del bombo de la vida un día veintidós de 
diciembre, caías lentamente entre las letanías cantadas por las voces 
blancas de los niños de San Ildefonso, los cantos profanos de tu mañana 
sagrada. Te juro, Antero, que los niños de San Ildefonso no desafinaron 
nunca tanto como el día de tu día, la soleada mañana de tu caída a 
pulso. Los cantores desafinan siempre sin saber por qué. Era por tu 
suerte cochina.
     Hoy,
 sí, hoy pido la página derecha para mi amigo Antero que viene conmigo 
en mi columna y estará conmigo hasta el final. Tenemos que cumplimentar,
 tú y yo, el título pactado más arriba. Va sobre el guarismo 14, el año 
que vas a tocar porque no tocaste.
     Entrando
 en el alma de ese número, dicen que representa la austeridad y la 
justicia. De la austeridad ya venimos entrenados, sería más de lo mismo,
 pero de la Justicia no tenemos asiento ni garantía. ¿Será porque caerán
 las sentencias de los corruptos? ¿Será porque al fin se revisará el 
mayor atentado terrorista de la historia de Europa, el 11-M, cuyo juicio
 ha resultado ser la milonga más grande de la Injusticia Española? No me
 paso, Antero, no me paso. El propio juez, en ‘petit comité’ dijo que 
España no estaba preparada para conocer la verdad del 11-M. ¿Lo ‘estará’
 en el 14, donde se cumple el décimo aniversario? Es el 11.M una manzana
 pocha de la banasta judicial que hay que evacuar con urgencia.
     Es
 el 14, sabes, un número de contrastes totales. Lleva el 14 los clarines
 jubilosos de tu quiniela plena de aciertos, a la vez que el 14 es el 
día de boca de lobo de la   II República, atufado de los humos más 
sacrílegos de tu bendita Alcalá y de tu querida España. ¿Qué tendrá este
 año 14 que atisbamos? ¿Ganarán los júbilos o ganarán los humos en esta 
España contradictoria, de cuyo nombre no puede acordarse una parte?
     Es
 el año 14, sabes, un año de misterios que envuelven al alcalaíno 
Cervantes, tu paisano, cuyo enigma nos ocupa. En 1614 se publicó en 
Tarragona el ‘Segundo tomo” de la falsa Segunda Parte del Quijote, 
firmado por Alonso Fernández de Avellaneda. Fue una faena comercial. Se 
adelantaba así el impostor a un producto ya publicitado en la primera 
parte, lo que ocurre hoy, tú lo sabes, con las falsificaciones de firmas
 de zapatos y de bolsos. Lo que pasa es que el Quijote era mucho más que
 un objeto bello, era una obra literaria genial y única.
 El Quijote de Avellaneda cumple cuatrocientos
años de enigma en este enigmático año 14.
     Creíamos
 que el enigma del autor que se ocultaba bajo el pseudónimo de 
Avellaneda estaba resuelto a favor de Jerónimo de Pasamonte y como 
cumbre de una larga lista. Pero han surgido después nuevos autores 
tapados que parecen anular sus argumentos, ahora a favor de Liñán de 
Riaza y de Suárez de Figueroa. Este último crece como sospechoso, por 
causa de los análisis léxicos comparativos y por su supuesta venganza 
por haber sido interpuesto Cervantes como asistente, cerca del conde de 
Lemos, al acto de posesión del virreinato de Nápoles. Y en esa obra, 
sobre todo en el prólogo, quieren siempre ver la mano de su enemigo Lope
 de Vega. Y por si todo esto parece poco lío, están los que dicen que el
 autor del Quijote apócrifo es el propio Cervantes, maestro urdidor de 
misterios sin tregua. Como quiera que sea, hemos registrado ese año 14, 
que ahora cumple su cuarto centenario,  como año de trama misteriosa y urdimbre enigmática. Y las efemérides, dicen, transmiten sus vahos.
     Los
 dos aniversarios de este 14 llevan clavado un enigma de autor: el del 
falso Quijote de 1614, y el del falso 11-M de 2004, aunque de contenidos
 incomparables. Leo en una valoración de la Numorología que el 14 es un 
cuatro alzado que representa la plenitud por ser ‘el 4 por 4’ el ritmo 
más perfecto y la orientación de los puntos cardinales. Es, pues, el 
marco ideal para resolver enigmas.
     Pero para plenitud la tuya, Antero, que es en la que creo.
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     “Los dos aniversarios de este 14 llevan clavado un enigma
 de autor: el del falso Quijote de 1614, y el del falso 11-M de 2004”
José César Álvarez


 
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