El Parador de Turismo de Alcalá de Henares
Un velo de tul cubre el rostro de la fachada de la Universidad como si
fuese una novia. Los ejercicios de cosmética exigen ese derecho a la
intimidad. Atrás, la Hostería del Estudiante, muerta de envídía, ha
lavado tambíén su cara, llena de rusticidad. Su toiIette ha sido más
rápida, dada la austeridad de facciones y abalorios. No nos engañemos,
la Hostería no deja de ser sino las traseras de la. propia Universidad,
sus partes pudendas.
Como no podía ser de otro modo, la Universidad de Alcalá ocupa el
frontíspicio histórico de la plaza de San Diego. Y ya tiene cchados sus
tentáculos sobre la fachada aneja que corresponde al Cuartel del
Príncipe, la cara de una jugosa y modélíca manzana. Pues bien, ausente
el elemento nnilitar, esa fachada es la que le correspondería a la nueva
Hostería del Estudiante o Parador de Turismo. Lo cual se impone por
pluralidad de servicios e instituciones, por cadencia urbanística, por
ritmo y díversidad. Lo contrario sería la ‘panuniversidad’, su presencia
omnímoda, su invasión.
¿Por qué en esta ciudad, la Hostería, el turismo, no dejan de ser
partes traseras? No hace muchos años la Hostería quiso pasar a ser
Parador Nacional anexionando su edificio contiguo. Pero el Colegio de
Abogados le ganó por la mano y no quiso soltar el edificio.
Conviene precisar que la Hostería del Estudiante es la más antigua de
las instalaciones de la Red de Paradores, después de Gredos, pero sólo
con atención gastronómica. Se trata de llevar a cabo una instalación
completa. Ahora vuelve a tener la ocasión. Y el entendimiento puede ser
más fácil dentro de la Administración del Estado. El sino de Turismo y
Universidad en esta ciudad seguiría siendo el de partir y repartir
espacios.
El Parador ya no se llamaría «del Estudiante». No debería. Porque ya no
hay nosstalgia del estudiante en Alcalá. Ahora el estudiante es su
cotidianidad. Sería Parador “Cuartel del Príncipe»”, como se llama. Y es
que ahora la nostalgia está de parte del soldadito perdido. Como
aquella monumental pintada que no hace mucho vi sobre las tapias de un
cuartel abandonado en Plasencia: “¡Adiós, desaparecidos!” ¡Cuánto cariño
acumulado cabe en una pintada! Porque se les fueron como a nosotros sin
decir adiós.
Ya estoy viendo los cañones que flanquean la entrada del Parador. El
recepcionista nos díce que el congreso no es en el Salón de Húsares de
Pavía, sino en el Salón de Lanceros de la Reina. Los corredores con
decoración de mosquetones, sables y lanzas; de gallardetes, emblemas y
reposteros. Es la tradición militar de Alcalá. El Ejército empieza a ser
nostalgia, museo. Los soldados maniquíes nos guardan el paso con sus
vistosos uniformes de gala. Ese es el patio de Almogávares y aquel el
del Regimiento de Villaviciosa. En la sala ‘Regimiento Wad-Ras hay una
exposición permanente de soldaditos en miniatura. En una vitrina
alargada se reproduce la procesión de las Santas Formas, donde la
guarnición alcalaína formó durante siglos colaborando a su esplendor.
Hasta se ve el gran palio bordado, que en vivo medía ocho varas de
largo, cargado del obsequio floral de los balcones.
El Parador de Alcalá, en suma, tendrá fachada con el permiso de la
Universidad, que debe saber repartir ese colosal espacio el día que le
llegue. Si la Universidad sigue queriendo ser fachada es que a Alcalá no
volvió la Universidad, sino la Panuniversidad, que no deja alternativa
urbana y quiere condenar el turismo a las traseras.
José César ALVAREZ
Puerta de Madrid, 5.3.1994
Nota de reposición.
Escribí
esto en 1994 y el actual Parador se abre en 2008. En la actualidad,
2012, el cuartel del Príncipe, su fachada sigue de obras. Por sus
ventanas se vislumbra un cuerpo huero. Las obras lentas, con andamios
eternos, preveen la construcción de una gran biblioteca. No lo entiendo.
Hay bibliotecas a gogó. La “panuniversidad” sigue siendo un concepto
vigente, que avanza, pese a la crisis, mientras que “mi parador” fue
sólo un posibilismo, un vahido literario.
No hay comentarios:
Publicar un comentario