viernes, 24 de julio de 2020

Adiós a Iluminada



Adiós a Iluminada

     Conocí a Iluminada en el Paseo de la Estación, en la apretada concurrencia de un acto del 11-M, un aniversario del trágico atentado de los trenes de cercanías. Creo que era un violonchelo el que allí sonaba, y al finalizar el acto aquel mismo instrumento nos ofrecía un himno nacional denso y grave, que fue coronado por un “¡viva a España! gritado con ganas por una mujer que estaba a mi lado. Su grito fue coreado al unísono por aquella nutrida asistencia con las ínfulas idénticas a las de la mujer solicitante. Cuando yo miré su cara llevaba la sobrecarga de su reafirmación masiva.

     Yo la felicité y ella me preguntó quién era. Desde entonces he mantenido con ella una buena amistad, hasta que el día 15 me llamó su hermana Cristina desde Puerto de Santa María para comunicarme que había fallecido aquella mañana de un ictus.

     Iluminada fue una firma conocida de PUERTA DE MADRID y que nunca dejó de ser joven. Fue una española inquieta y alegre, que regalaba a sus amistades rosquillas de vinagre, su rara y reconocida especialidad. O repartía graciosos pulpitos que ella fabricaba de todos los tamaños, o regalaba sus muñecas infinitas... Era una auténtica artista manual. Decoraba manteles magistralmente con pintaba sobre tela, plena de figuraciones y símbolos vivos. A través de sus hijos militares llegó a sus jefes para canalizar desde Galicia toda la ayuda que pudo llevar a los niños de la guerra de Kosovo, apoyada por la radio. Contó y escribió historias preciosas. En una ocasión le dediqué esta poesía a su rara habilidad: “La rosquilla de vinagre”:   

     Exquisitez culinaria la rosquilla de vinagre del horno de Iluminada que ilumina paladares, los sabores agridulces que la vida nos reparte y a cachitos se nos sirven como nuestra amiga hace, para saber que en la vida hay contrarios tan amables. La vida no es la política de las salivas salvajes, la vida es esta rosquilla de mixturas fascinantes, donde los frentes se ahorman y se funden los contrastes, donde salivas discretas disuelven rugosidades. Dame tu rosquilla, amiga, para reír como haces.

     Al igual que fuiste contestada al unísono en aquel Paseo de la Estación, recibirás hoy sobre tu rostro la sobrecarga de la reafirmación de los que te leyeron y te trataron. Adiós, amiga.

No hay comentarios:

Publicar un comentario