La ciudad ‘veintinueve’
Mirando
una lista de municipios de la demografía española, he sabido que Alcalá
de Henares es, según este criterio, la ciudad veintinueve de España, y
he salido a la calle con una cara de ‘veintinueve’, con cara de primo,
de negro, impar y pasa. Le entra a uno complejo de vulgar montonera, de
pasar casi desapercibidos en el mapa. Pero nos reconforta ver las
ciudades tan importantes que vienen detrás, como Pamplona, San
Sebastián, Santander, Burgos, Castellón… No obstante, quedamos cerca de
la ciudad ‘uno’ por lo que pueda suceder, ahí, muy cerca.
La que se nos ha quedado más lejos, después de la Diada,
ha sido la ciudad ‘dos’ de España, la que quieren que sea sólo la
ciudad ‘uno’ de Cataluña, para ahorcarnos a ‘la roja’, muestra campeona
selección nacional, que quedaría ahorcada en la jugada como la ficha del
seis doble en el juego del dominó. A los españoles nos quitan Barcelona
y nos roban el pan mundial de nuestros días futboleros, porque el
Madrid anda metido en la galaxia de la extranjería perdedora, ganada,
sin embargo, a golpe de florentina chequera.
Hay
que agradecer a los separatistas catalanes las reacciones encendidas
que suscitan. Porque en los graderíos de la ciudad ‘quince’, que es
Gijón, reverberaba ‘la roja’ en su versión de la ‘Copa Dabis’, y de
aquella olla patriótica a presión estallaban gritos de ‘Viva España’,
coreados con inusitada pasión. Ya no hay gritos obligados de la mili,
sino gritos espontáneos de la grada. Ya no espera la familia la esquela
del soldado desde el frente, si es que llega o no llega, ahora la gran
familia vive la suerte del guerrero desde su vera. Ahora las batallas se
televisan.
Sí,
‘la roja’, versión tenis, estuvo, como dijimos, en la ciudad ‘quince’,
porque el rojerío estuvo en la ciudad ‘uno’, la ciudad para todo,
incluso para soportar el berrido cavernario de los Méndez y los Toxo,
que fue susurro en la época desolada de su colega Zapatero, el que
socavó, bajo su silencio, los pilares del Estado y del mercado del
trabajo. Es lo que ahora intentan arreglar los que llegaron. Y bramaban
en la punta de la manifestación los tres mil sindicalistas liberados que
el día uno de octubre deberán volver al tajo de sus olvidos por feliz
recordación del equipo gobernante, que amaina a tanto vocinglero sin
discurso y reduce las demasías en su ejercicio.
Es
la ciudad ‘veintinueve’ una resonancia del ‘crack’ del 29, de la
depresión financiera más horrible que maldita la redundancia. Iba a la
calle, decía, con mi cara de ‘veintinueve’, y me sacó de la vulgaridad
decadente la homilía del obispo de la ciudad ‘veintinueve’ en la misa
patronal de la ermita de la Virgen del Val. El
obispo complutense ahondaba en las profundidades históricas de una
ciudad única, de hombres insignes, valerosos, de santos, la ciudad donde
estudió San Juan de Ávila, a quien Roma va a proclamar ‘doctor de la Iglesia’.
–Sois una ciudad privilegiada” –decía el obispo de la ciudad ‘veintinueve’ en la homilía, bajo el sol justiciero
de septiembre, del que se guardaban los devotos buscando la sombra de
los olmos–, seréis el pueblo de mi heredad, como se dijo en la lectura, y
pediremos a la Virgen
del Val que por su mediación os conceda el vino de la alegría, como en
las bodas de Caná, como en esta paella solidaria que nos aguarda, el
vino que supera los desencuentros y procura nuevas situaciones…
El
obispo Reig Pla vino desde la diócesis de Murcia-Cartagena –ciudades
‘siete’ y ‘veinticuatro’ del ‘ranking’ nacional– a la diócesis de la
ciudad ‘veintinueve’ e introduciéndose por inmersión en la historia de
esta ciudad santa. En la soleada misa de la Patrona, Alcaldesa y Rectora, estaba también el vicerrector de la Universidad
de la ciudad ‘veintinueve’, lo cual es llamativamente nuevo. Este docto
giro de la docta casa habla de una conversión a la fe histórica y a los
orígenes de una Universidad eclesial con bula fundacional del papa
Alejandro VI.
Pero la gruesa rama complutense de la Universidad
de la ciudad ‘uno’, metida en la harina de los Berzosa y Carrillo,
sigue los derroteros del expolio de 1836, desconectada de sus orígenes
históricos y escondiendo nuestro tesoro cisneriano. La ‘Complutense’ es
un puro nominalismo. La Virgen del Val tiene mucho trabajo sobre ese horizonte profanado.
Hay un pueblo con dos 36 a la espalda como fardos que crujen: es la ciudad ‘veintinueve’.
José César Álvarez
Puerta de Madrid, 22.9.2012
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