OJO de buey
EL ANUNCIADO ADIÓS DEL PRIMERO DE LOS MANOLOS
Va
Manolo Gala, dieciocho años le contemplan, y dice que dirá adiós. Ello
es noticia porque se marcha el primero de los manolos de la Trinidad Santa Complutense, constituida, como se sabe, por el Alcalde, el Rector y el Obispo. En la TSC
–no confundir con el Teatro Salón Cervantes-, se han sucedido tres
manolos, tres. Pero en el principio sólo era Manolo Gala, todo lo demás
vino después. Con él empezaron los largos días de la creación. Levantó
las sombras de los pajares militares para hacerlos aulas, ahuyentó la
incuria, separó la noche de los días y sosegó el
alterado sueño alcalaíno. Y dijo que se hicieran los Trinitarios y se
hicieron, y los Caracciolos, y los Basilios, y los Jesuítas, y los
Mínimos y los Carmelitas Calzados y el colegio de León y la marabunda.
La trayectoria de Manolo Gala está forjada de grandes, de colosales parábolas, que van desde la
investigación punta al respeto por las Humaniidades, desde el
pragmatismo amplio y moderno del Politécnico a la minuciosidad de las
molduras barrocas de Caracciolos, desde el ecumenismo de las tres
religiones al guiño con los Zapatero. Qué me importan a mí las viviendas del
“campus” donde dicen que dicen, qué me importan si Manolo nos ha
redimido. Manolo primero y la teología de la salvación. Tantas han sido
las cúpulas, bóvedas y bovedillas remodeladas por su mano curva, salvadas al fin, que bien se le puede pasar por alto un despacho a Alfonso Guerra.
Manolo,
el lago, te falta el lago, ese de la maqueta. Los días que te restan
podrían ser los días del lago. Hazme el lago, Manolo, que vienen los de
la tiza. Rugen las entrañas del campus desde que se lo anunciaste. Los
ricos veneros del “campus” han experimentado con tu anuncio el mismo
efecto de excitación que las glándulas salivales de los perros de
Pavlov. Por ti rugen sus entrañas los acuíferos.
Y si el lago puede ahogarte, Manolo, hazme al menos el monumento a la Universidad
de Alcalá en la plaza de San Diego. No te dejaron hacer en esta plaza
el proyecto del italiano aquel, pero el monumento te dejan, te lo digo. En
mi monumento va de protagonista Nebrija, que yo sé que te va, con
cartela de Erasmo de Rotterdam y un gran libro-símbolo de información y
homenaje. Es el monumento apropiado. Si tú no lo haces, nadie lo hará.
Tus enemigos dijeron de ti lo
mismo que de “Huracán” Ureña dijeron los curitas “progres”: que habías
puesto tu pasión en las piedras olvidando el espíritu de tu misión”.
¡Pero si antes de vosotros dos no había nada en vuestro redor! Y
como si la piedra, por ser pesada, no fuera ella misma espíritu. Que yo
sepa las piedras aportan valores tales como la dignidad, la liturgia,
la convivencia, la solidaridad, la comunicación, el encuentro… O como si
la forma no fuera fondo y pudieran disociarse ambos, tal como enseñaban
los antiguos preceptistas.
Me he referido a Monseñor Ureña, Manolo segundo, primer Obispo complutense
de los tiempos que corren. Le sucedió Manuel Peinado, Manolo tercero,
alcalde y ciclista, quien debe chupar rueda en la carrera de la piedra a
los manolos que le precedieron en la TSC. Manuel
Peinado, sin embargo, no se apea de la burra, cree todavía a pie
juntillas que su entrada en la alcaldía se debe a iniciativas políticas
de pactos y programas. Que no, que Peinado fue alcalde porque tocaba
Manolo.
Eso sí, en el principio sólo era Manolo Gala.
.
José César Álvarez
Puerta de Madrid,
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