No bajes, Joaquín, no bajes
Es
el sábado último y estoy con mi aliento en la cima del Stelvio, en Los
Alpes italianos del Giro de Italia. Estoy apoyando a Joaquín Rodríguez
que porta la maglia rosa con un tesoro de 31 segundos sobre el segundo
clasificado. Es un tesoro escaso. Me niego a bajar al día siguiente esta
cima nevada, este puerto de montaña de 2.758 metros, “su Majestad el
Stelvio”, el rey de los puertos del Giro italiano, también del Tour, la
mítica cima Coppi. Después de tan formidable ascensión, bajo oscuros
túneles y sobre la delirante serpentina del trazado, con curvas de
herradura febriles, con 48 ‘tornanti’ y laterales boscosos de cascadas y
marmotas, me niego a bajar a Milán, donde se acabará la fiesta. Quiero
quedarme en estas conquistadas alturas de rosa y de nieve. Quiero
perpetuar la víspera y guardar aquí nuestro tesoro. No bajes, Joaquín,
no bajes, quédate aquí vestido de rosa. Mañana en Milán te someterán a
la tortura de la última etapa contra-reloj, una encerrona urbana. Será
tu juicio final y el trinar de dientes. Todos son tus adversarios,
porque todos van detrás de ti como collotes. Quédate aquí, Joaquín” en
este monte Tabor iluminado. “Mi mejor día, la víspera” dijo Jacinto
Benavente y le dieron el premio Nóbel.
Es
mejor estar aquí, en esta cima de abolengo ciclista, que en los
vomitorios del fútbol insultante y nacionalista que mete goles de ira a
un tercer equipo mayoritario que no juega y que tiene que aguantarse.
Estuvo bien Florentino, anfitrión que no quiso serlo en su Bernabeu
cuando vino a decir: “Esas pendencias al río”, y se fueron al
Manzanares, aunque los abucheadores pedían La Castellana como las sopranos piden el teatro de la Ópera.
Se
está bien aquí, en esta altura desde la que apoyamos a este catalán que
llaman “Purito” y sobre quien depositamos todas nuestras complacencias.
Hemos rememorado aquí la hazaña de Galdos y Fuente, un vasco y un
asturiano que coronaron en primer lugar este Stelvio gigante de hombres
gigantes. Aquí hay altura.
La
panorámica es sobrecogedora. Una neblina impide ver el fondo. Esta hoya
que ahora miro debe ser como la de Bankia, un despeñadero que mide
miles de millones y que no toca fondo. “Yo quiero ser de mayor consejero
de Bankia” me dijo uno. Pues yo no, yo prefiero esta altura del Stelvio
antes que caer en esa grieta sin fondo.
Ahora
que la holla de Bankia ha sido rellenada se hacen públicas otras hoyas y
ollas que estaban calladas. Hay que señalar a los hombres que hollaron y
hozaron estos precipicios.
Acodado
en esta baranda, pienso una cosa: la reprobación al Obispo de Alcalá
por parte del Ayuntamiento ¿será hoya, glaciar, torrentera…? Es desde
luego un abismo del que cuesta salir a los que ya han perdido de plano
en la calle el Pleno que ganaron en el convento de Agonizantes. Ya no
sirven componendas, la avalancha anticlerical del ‘ibi’ ha irrumpido sin
solución de continuidad, y los comecuras de Rubalcaba vuelven a perder
la calle. Quieren que la Iglesia pague a los ayuntamientos, mientras estos derivan a las parroquias las familias necesitadas.
Allá
lejos se columbra el Milanesado, territorio que fue español, a cuya
capital quieren llevar a ‘Purito’ mañana domingo. “No bajes, Joaquín, no
bajes”.
¿Tendrá
algo que ver San Diego de Alcalá con el Milanesado perdido? Lo digo
porque Carlos II desde el día que nació tuvo cercanía, después querencia
al cuerpo incorrupto de San Diego, por ver de arreglar su impotencia.
Por eso frecuentaba Alcalá. Se alojaba en el número 2 de la plaza del
Mercado, y hasta llegó a ser prioste de su Hermandad. La
dinastía de los Austrias torcía su destino, sin que San Diego pudiera
enderezar el asunto. Francia y Austria se disputan el trono de España
tras su muerte. La guerra de Sucesión (1701-1711) se pone fin pagando
España los platos rotos de la guerra. Fue entonces cuando Austria se
agenció el Milanesado. Y el Reino Unido, que había tomado Gibraltar con
la alianza hispano-austriaca, decide quedarse por su cuenta. Pero el
Tratado de Utrech de la fecha hechizada del 13.7.1713 ratifica el adiós
español a estas tierras.
Se vuelve a hablar ahora de Gibraltar porque hemos vuelto a tener un ministro de Asuntos Exteriores de verdad.
Miro
el horizonte perdido del Milanesado y al santo alcalaíno y milagrero lo
pongo en entredicho, Dios me perdone. Pero el cielo no quiso entrar en
la alcoba real, pese a sus insistencias. La que se armó por tan poca
cosa. La que se ha de armar si bajas, Joaquín. Es una tierra perdida en
fecha gafada. Quédate conmigo en este Stelvio de nieves primaverales que harán tu rosa perpetuo y… “no bajes, Joaquín, no bajes.”
Nota. Al día siguiente, domingo, Joaquín Rodríguez perdió la maglia rosa y el Giro por 16 segundos.
José César Alvarez
Puerta de Madrid, 2.6.2012
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