La 2
“La
2” es la mejor ventana de la desprestigiada fachada de las televisiones
públicas. Es “la 2” la ventana salvadora de la oferta de TVE. Y la
tabla salvadora vino a redimirnos esta Semana Santa y a levantarnos de
las sombras a que nos reduce la gran urbe. Vino “la 2” y habitó entre
nosotros en la casa grande y catedralicia, agrandando nuestras súplicas y
llevando nuestras oraciones a toda la piel de toro. Volaron las cámaras
por las bóvedas del templo Magistral ahuyentando las sombras y
magnificando nuestros defectos, tales como la viruela de la piedra
lacerada y el cortante vuelo de nuestro canto gregoriano.
Alguien
me busca para ver si me meto en la faena que les afana. Pero de momento
me afano con el telemando y a los lados del 2 de “la 2” tengo como
números acólitos al 1 y al 3 de “la 13”. Pincho y me meto en los oficios
de la catedral de la Almudena,
de donde es titular el Cardenal afónico. Monseñor Rouco lleva absorbida
en su voz toda la bruma de Galicia, actualizada con el humo de las
setecientas hectáreas del parque de Las Fragas de Eume en tanto que
monseñor Reig Pla, obispo de Alcalá, lleva en su voz el sol naciente de
su Levante natal. Y en este viaje de la 2 a la 13 pude comprobar el
retraso de Madrid. Porque mientras Alcalá bautizaba a sus catecúmenos, Madrid andaba metida en las primeras lecturas.
A
don Juan Antonio Reig Pla, el obispo de Concentaina, que lo es de la
diócesis de Alcalá de Henares, antes de la de Segorbe-Castellón y de la
de Murcia, le han crucificado por su homilía del Viernes Santo desde
Alcalá. Yo lo que recuerdo es que el Obispo hizo una especie de
‘traveling” visual por las distintas escenas del pecado, una cruda
reinterpretación del pecado y de su infierno, donde se sucedían los
pecadores por homosexualidad, que, desorientados, se prostituyen;
mujeres que abortan y su pena no les deja dormir; las infidelidades
matrimoniales de ellos y ellas; los jóvenes del botellón, esclavos del
alcohol y de la droga; los empresarios codiciosos; los obreros que
engañan y los sacerdotes corruptos que llevan doble vida. Fue,
a lo que recuerdo, una descripción itinerante por los distintos
perfiles del pecado de nuestros días. Puedo admitir que los cuadros
descriptivos pudieran contener
descarnados episodios, como “los clubes de hombres”. Pero sería
hipócrita un eufemismo descriptivo dentro del ‘reality’ mediático que
hoy nos envuelve.
Cuarenta
minutos duró la homilía, y la progresía de pensamiento único sólo se
quedó con los veinte segundos dedicados a la homosexualidad omitiendo el
rayo de amor que le sigue: “¿Vosotros creéis que Dios puede sentirse
insensible ante este sufrimiento?” Protestan los de siempre, los que
creen ser aludidos por pertenecer a una ideología que se siente atacada
por la contraria. Como si los curas fueran de Rajoy o Rajoy liderara a
los curas. Su pataleo es de tal naturaleza que les hace perder alguna de
sus razones. Y, ¡cómo no!, se atreven como siempre, a poner etiquetas
clasificatorias a sus enemigos, mandándoles a los extremos de su
particular geografía, que la creen universal a pie juntillas. “Mi reino
no es de este mundo” les replica el evangelio de la Semana Santa.
Hoy yo también quiero protestar aquí por ver atacada mi “ideología alcalaína”. Lo
cual no haré contra don Juan Antonio, que ya tiene lo suyo, sino contra
los comentaristas de “la 2”. San Diego de Alcalá no es patrono de
Alcalá juntamente con los Santos Niños, sino estos con la Virgen
del Val. Elemental, querido Watson. San Diego no fue “mínimo”, sino
lego franciscano, por eso dio nombre a la ciudad de San Diego de
California.
En
la historia de los Santos Niños Justo y Pastor, titulares del templo,
no se puede omitir el dato de que fueron nombrados patronos de España en
tiempos de Chindasvinto, s.VII, antes que Santiago, ni la ‘emigración’
de sus reliquias durante la dominación árabe a Huesca y Narbona.
En
las transformaciones que ha sufrido el templo, cuando se omite decir
que fue quemado y hundido, ¿eso es por delicadeza o por olvido?
La
diócesis de Alcalá no nace en su conjunción con la de Toledo, sino
mucho antes y autónomamente, en los albores del cristianismo, puede que
en el siglo IV o incluso antes según otros, siendo una de las más
antiguas de España. Y no se encontrará otra ocasión más cabal para
decirlo.
Ha
sido así cómo San Gregorio, Ampelio, Asturio Serrano y Novelo, nombres
de los primeros obispos complutenses, fueron crucificados en propia sede
esta Semana Santa. Lo cual habría de augurar la propia crucifixión a la
que es sometido su sucesor Reig Pla por motivos distintos.
Llegados
a este punto, despojándonos ya de ironías y requiebros, os diré que a
este cronista le impresionó la naturalidad y convicción con la que don
Juan Antonio confesó en cierta ocasión, públicamente que su compromiso
eclesial pasaba por dar testimonio con su propia vida, si preciso fuere.
José César Álvarez
Puerta de Madrid, 14.4.2012
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