Alcalá “de Henares” ya tiene puente para mirar su río.
Réplica desenfadada
Vuelvo
a pasar el puente, vuelvo a pisarlo. He leído en este semanario un
escrito que se titula “La pasarela sobre el puente medieval del Zulema,
crítica de una oportunidad perdida”, que me resulta rígido y ácido. Es
un escrito firmado por un grupo, y lo que debiera decirse de modo
genérico, en función del colectivo, se trasluce de manera personal y
vehemente. Le reconocemos a nuestro anónimo técnico su conocimiento en
la materia, y sin embargo, no me resisto a refutar o modular sus
principales argumentos.
Cuando a alguien lo que le preocupa, al principio y al final, obsesivamente, es la celebración fastuosa y el confeti lanzado el
día de su próxima inauguración, se aleja del criterio técnico, que lo
tiene, y prefiere mezclarse en la zarabanda de las filias y fobias
políticas, devaluando el juicio técnico y ponderado. Que no hay nada que
celebrar el día de la inauguración del puente es un prejuicio político y
no técnico.
De
verdad, hagamos un ejercicio de objetividad. Si nos ponemos delante de
la formidable pasarela que se ha construido, ¿es posible encontrar una
persona que no le guste estética o funcionalmente? Digo una persona sin
prejuicios, sin preaviso, sin captación. Hemos pasado del olvido de unas
piedras a su utilidad, y de la incuria a su protección (quizás
excesiva), del riesgo cierto de la orilla de la carretera adjunta a la
seguridad, de los pretiles del hormigón roto a la madera cálida y
acogedora, de la insolencia motorizada al bucólico e histórico enclave…
¿Y es posible que todo esto no guste y que se diga que nada hay que
celebrar? ¿De verdad debo creer en la objetividad de los contrarios?
No
puede ser sino el fanatismo el que llega a decir que ese puente no va a
ningún sitio. No iban a ningún sitio los visigodos que lo cruzaron, ni
los árabes, ni los franceses, ni el Empecinado, ni los liberales y
absolutistas. Y tampoco iba a ningún sitio la guarnición militar de
nuestros cuarteles cuando salía de maniobras. Y hoy te lleva al
Cementerio Jardín, y,
bajo el ojo seco del puente, al Parque de los Cerros, y a los montes de Las Brujas, del Moro Encantado, de la Vera Cruz,
del Malvecino, del Ecce Homo; y a la senda ciclable que se dibuja en
nuestros montes, muy cerca de allí; y a la cuesta culebrera del Zulema,
medida de nuestras salidas ciclistas; y a su misterioso vientre de la
cueva de la mesa del rey Salomón, y al barranco de Mártires, donde los
zorros; y al Campillo, y a Las Cárcavas, y a las galianas de Torres, y a
la leyenda viva del cerro de San Juan del Viso y su mítica Iplacea, y
al pozo de la nieve, y a Peñas Albas, y a Los Hueros y a Tielmes y a Camporreal y a diez mil “ningún sitio”
Y
la pasarela exigirá después una acera-carril frente a su desemboque y
una senda alternativa en la subida al Zulema, y el emboque regresivo con
el popular “paseo fluvial” de Nuevo Alcalá. Pero es que a la pasarela
no le hace falta ir a ningún sitio, tiene la categoría suficiente como
para ser destino. Nada como el viaje para contemplar el espectáculo de
ver pasar el agua.
Nuestro
colega escribiente nos reprende diciendo que ese puente nunca ha sido
romano. Yo no sería tan radical en mis afirmaciones, no lo diría tan
seguro. Podemos detenernos aquí un momento. Antonio Herrera y Bonilla publica un curioso artículo en la Revista de Obras Publicas en 1869, donde hace esta observación:
En
el interior del ojo séptimo se marcan distintamente fábrica de tres
edades, es antiquísima la inferior en sus dos apoyos; más reciente la
que con los mismos se proyecta…y más todavía la del cañón actual, Los
rectángulos de los tajamares acusan las tres mismas fechas.
Esta cicatriz estratificada del puente pone de manifiesto su importancia como
embudo y paso de una ancha comarca, y su destrucción en el tiempo marca
guerras e invasiones. El autor del artículo atribuye la huella
“antiquísima” como de los godos en el mejor de los casos. Pero ya se
concede traspasar el umbral del Cardenal Tenorio, a quien los más estrictos tienen hoy como primer impulsor de un puente, cuyo autor fue Rodrigo Alfonso, maestro de alarifes de la Catedral de Toledo. En ese momento presenta diez ojos, dos añadidos por desplazamiento del río. El séptimo y octavo debían
de ser a su vez los ojos desplazados de la época que seguía a la
romana, caso de que la hubiera. Quiero decir que la arqueología tiene su
última palabra. Pero el origen romano del puente, al que se vincula al
propioTrajano, es defendido por Dimas Fernández Galiano, Quintano
Ripollés, Azaña, Raymundo Tornero…
Basilio
Pavón insiste en que faltan testimonios arqueológicos romanos, y que
tienen que estar allí mismo embocando el paso o portillo del Zulema. Fue
tanta la relaciónd e Alcalá con su alcarria o trasierra desde los
tiempos romanos que los historiadores no se resignan a renunciar a ese
paso de Trajano sobre las aguas del Henares. A mayor abundamiento se
sabe que Trajano construyó
dos caminos militares para Complto, uno al oriente y otro al mediodía.
Era este último el que iba hacia Arganda y Valtierra, al que se refiere
la inscripción marmórea que se halló en el propio camino en honor de
Trajano y que reproduce Esteban Azaña. En ese camino estaba el puente
romano sobre el Henares.
A
mí también me parece excesivo el hormigón de los tajamares y los
pilares, pero quiero creer que no han echado más del necesario, y me
falta el informe técnico sobre el estado de los pilares a la hora de
reincorporarlos a sus funciones, después de 60 años de intemperie
mochada y arrastre. Sin embargo, he leído en Internet un trabajo de
Ecologistas en Acción, donde dicen que sorprendentemente estos pilares
cercenados están construidos sobre los guijos del río, sin apenas anclaje, por lo que son “socavables”. He comprendido entonces la tenaza hormigonal de que han sido objeto.
Debo
reconocer también, estimado técnico, su dominio en una larga batería de
procedimientos y normativa del urbanismo. Es esa una farmacopea
peligrosa de dudosa prescripción. El gobierno municipal tine ya
experiencia de estas prácticas por el aborto forzado de un proyecto
sobre el río. Quiso hacer al pueblo un canal para su esparcimiento y se
lo impidieron leguleyamente, Esta vez que ha vuelto a acercarse al río,
ha sacado adelante el puente y yo me felicito. Es un puente para la
seguridad y el embeleso, un doble puente.
Ya era hora. Alcalá, que es “de Henares”, ya tiene el puente que le faltaba para mirar su río. Un puente abierto de posibilidades.
José César Álvarez
Puerta de Madrid, 15.10.2011
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