Isabel de Castilla y Sira Quiroga
Dos
mujeres para una misma noche, la de los lunes: Isabel la Católica en
TVE1 y Sira Quiroga en Antena 3. La historia novelada y la novela
historiada. Necesariamente hay que elegir por una de las dos. Los que
hemos leído “El tiempo entre costuras” de María Dueñas, elegimos a Sira y
gozamos con su reencuentro, pese a su sinóptico recorrido. Perdona,
Isabel.
María Dueñas creadora de Sira Quiroga
Un
personaje vital de la novela es Juan Luis Beigbeder, primer ministro de
Asuntos Exteriores de Franco, cuya familia residió en Alcalá, donde fue
muy popular. En el capítulo de agradecimientos, la autora reconoce que
la fuente por la que conoció la personalidad del político fue en la
biografía que encontró en Internet, escrita por José Carlos Canalda
Cámara, prolífico colaborador que fue de PUERTA DE MADRID.
Pero
voy de crítica. Por lo general, los actores de hoy no saben decir, no
hay dicción. Tengo a la voz como la síntesis expresiva del actor, su
condensación interpretativa. Es la voz la inflexión del alma, su
oportuno requiebro. Pero las voces no están educadas, no han encontrado
siquiera su cauce, su timbre. Y ello no importa hoy a ciertos
directores, porque eso es lo espontáneo, lo real, dicen. Ellos huyen de
la interpretación sonora porque es práctica perversa. Y, sin embargo,
Isabel la Católica no llega tan siquiera a coger el tono fónico de la
normalidad, habla con el aliento, se sub-expresa, y la propia Sira, más
entonada, en los períodos largos de texto se precipita perdiendo su
firmeza y control. No hay dominio de la palabra y hay actores
ininteligibles que no repiten toma. El ‘Estudio 1’ de TVE fue
un tiempo irrepetible. Hoy se gana en presupuesto, en vestuario, en
escenarios, en ambientación, en imagen, pero se pierde la voz, se pierde
la quintaesencia expresiva.
Fue
muy aireado en su día el juicio que le mereció a un director la prueba
de una muchacha para actriz. Dijo después de escucharla: “¡Pero si habla
como la propia María Guerrero!” Lo cual decía invirtiendo los valores
de la excelencia académica. Hay directores ‘pa tó’.
Hospital ‘Príncipe de Asturias?
El Hospital Universitario Príncipe de Asturias cumplirá el 30 de noviembre 26 años. Dispone de 594 camas y de un personal altamente especializado de más de 2.000 profesionales para una población de referencia de 242.281 habitantes que conforman Alcalá de Henares y su entorno de 11 pueblos, una vez desgajado Torrejón de Ardoz y sus pueblos mejor comunicados, aunque la elección pública es libre. En el Hospital de Alcalá se desarrollan 33 especialidades que han alcanzado durante estos 26 años un alto prestigio en su
El Hospital Universitario Príncipe de Asturias cumplirá el 30 de noviembre 26 años. Dispone de 594 camas y de un personal altamente especializado de más de 2.000 profesionales para una población de referencia de 242.281 habitantes que conforman Alcalá de Henares y su entorno de 11 pueblos, una vez desgajado Torrejón de Ardoz y sus pueblos mejor comunicados, aunque la elección pública es libre. En el Hospital de Alcalá se desarrollan 33 especialidades que han alcanzado durante estos 26 años un alto prestigio en su
función asistencial, docente e investigadora.
El
esqueleto principal del edificio hospitalario lo conforman cuatro altos
bloques paralelos e iguales de ladrillo, que posibilitan tres patios
interiores de luces. Dichos cuatro bloques quedan unidos entre sí por
sus extremos con sendos bloques que propician su función de corredores
de comunicación. Uno de los corredores da al Este y el otro al Oeste, Así
es que los pacientes que pueden buscan el sol del Levante o del
Poniente. Uno de los pacientes ha elegido esa tarde una de las sillas
corridas que mira al Ocaso, una brasa
encendida a la que le cuesta apagarse. El paciente se ha dado cuenta de
que el corredor es elegido para la comunicación telefónica. Hay
familiares que hacen exhibición de su jerga médica, aunque podría
dudarse de su corrección. Los familiares que salen al corredor dan a los
suyos noticias buenas y malas. El paciente escucha sin retirar la vista
del cárdeno atardecer. Un muchacho, aferrado a un mínimo aparato
comunica que su madre se está muriendo. La voz se le quiebra. Después de
un largo silencio sólo dice: “Gracias, tío”.
Los
paseos del corredor transcurren por un suelo de terrazo pulido y
abrillantado. Son los últimos terrazos de una moda ya periclitada, cuya
industria fue muy alcalaína. Un viaje muy distinto –dice el paciente–
fue el viaje al quirófano, donde en vez de contar suelos, se cuentan
techos. Pasan veloces los lucernarios fluorescentes, los plafones de
blanco satinado, los tubos temblones. Cuando las luces dejan de correr,
sabes que has llegado a tu destino. Las luminarias entonces se quedan
fijas en el techo, frías, geométricamente inexpresivas, incisivas e
hirientes.
Enorme
resultó la conferencia-concierto de la apertura de curso del Aula de
Música de la UAH. Enrique Téllez, director del Aula de Música, nos dijo
en la presentación, entre otras, cosas, que la institución que dirige, y
por tanto la Universidad de Alcalá, en su acción investigadora, había
logrado encontrar tres obras inéditas de Manuel de Falla, que han sido
publicadas en su revista especializada ‘Quodlibet’, cuyos dos últimos
números monográficos están dedicados al músico gaditano de adopción
granadina, cuya presentación se hará el 5 de noviembre.
Pero
esa tarde tocaba Gerardo Diego, y Elena Diego, hija del poeta, nos
habló de su padre músico, de la música de su poesía, de aquel niño que
cautivado por el ritmo, se encerró en una relojería, y de la fiesta del
viaje en el tren, donde el poeta adivinaba que el tren se deslizaba
sobre versos pentasílabos, una obstinación
del tren en sus cinco sílabas: Mataporquera, Constantinopla,
Ma-ta-por-que-ra… en un ‘ritardando’ final. Gerardo Diego llegó a
interpretar al piano a Stravinsky, Bella Bartok y Manuel de Falla,
compositores de difícil ejecución. Los dos últimos le dedicaron sendas e
importantes partituras, dada su amistad, que también mantuvo con otros
compositores de la “nueva música” como Federico Monpou, Oscar Esplá,
Joaquín Rodrigo….
Sus
amigos mjúsicos estuvieron presentes en la obra del concierto, donde la
mezzo-soprano Magdalena Llamas, espléndida, se entregó de cuerpo y
alma, “esa bruja” –simpática alusión del “maestro” Manuel Vegas Asín en
recíproco piropeo–, estuvo acompañada por el embrujo certero del piano
de Pablo Mazuecos y de los arcos embrujados de la capilla de los
Basilios.
El
final fue de impacto: ‘Ofrenda del Vía Crucis’ de Ángel Oliver,
profesor de Música de la UAH, fallecido, con letra de Gerardo Diego,
donde el piano golpeaba, deliraba, y la pasional Magdalena culminaba a voces, allí, frente al Cristo Universitario de los Doctrinos.
José César Álvarez
Puerta de Madrid, 1.11.2013
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